WEwl alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón , ha dado marcha atrás. La candidatura por él inspirada --iba de ´número dos´, tras Manuel Cobo --, para enfrentarse a la presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre , se disuelve después de comprobar que no iba a contar con suficientes apoyos y un día después de que el presidente del PP, Mariano Rajoy , instara a los contendientes a que dejaran de dar espectáculos "poco edificantes". Es cierto que la diatriba entre Gallardón y Aguirre había subido de tono y amenazaba con amargarle a Rajoy su ´post-congreso´, pero también lo es que, desde la dirección del partido, se ha vendido como un intento --pareciera que ilegítimo-- del alcalde por hacerse con el poder del partido en Madrid. Justo lo mismo que va a hacer Esperanza Aguirre, que cuenta con todos los parabienes sobre su legitimidad.

La crisis de Madrid pone de manifiesto dos cosas: que, una vez más, los partidos no son ejemplos a seguir en cuanto a democracia interna, y que todavía le queda mucho al PP para ser un partido centrista. Porque lo que se ha estado ventilando en este conflicto es la orientación ideológica del partido, no los personalismos de unos y de otros. Y ha ganado la derecha.