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LAS PUERTASDEL CAMPO

TEtsta es una tierra tallada en al estrechez, la supervivencia y el límite. De ahí surge la resignación y el conformismo con nuestra suerte material y la resistencia a cualquier salto que rompa las costuras tradicionales, por eso la propuesta de una sociedad de la imaginación se antoja tarea ardua.

Aquí se espera lo que se espera: que nos paguen las subvenciones y acaben con el paro, pero apostar por una iniciativa original e imaginativa, por los perros verdes, es pedirles las imposibles peras al olmo.

Y sin embargo me gusta volver a oír los ecos de otros tiempos recordando que el deseo tiene más fuerza que la realidad, que nada estorba la vuelta a la utopía para que algún cambio se haga posible y me gusta la prueba de los políticos que defienden ideas no populares pero correctas; no todos aprueban ese examen, porque ni se les ocurre ni se la juegan.

Me gusta, en fin, ese rescate de la imaginación, porque quebranta el estereotipo de la boina y la brillantina, los subsidios y las ayudas, la sainitería desarrollista que nunca nos sacaron de apuros.

Me parece lujosa y valiente la decisión de desterrar de esta tierra la conciencia de los límites y esperanzada la determinación de que nadie le ponga puertas al campo.

*Licenciado en Filología

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