Hace unos días una encuesta sanitaria llamó mi atención. La prestigiosa revista médica BMJ realizaba una encuesta sobre los quince hallazgos más importantes de la Medicina durante el pasado siglo. Curiosamente el más importante había sido, según el entender de 11.000 lectores que la habían contestado, los sistemas de depuración de aguas. Sin duda las medidas preventivas y de higiene han conseguido erradicar un sinnúmero de procesos infectocontagiosos, disminuido la mortalidad infantil y un crecimiento de la población, a sabiendas de que la mala calidad y escasez del líquido elemento sigue vigente en gran parte del mundo.

La noticia me llevó a repasar mi viejo libro de texto: Higiene y Salud Pública (1965), --una de esas asignaturas duras de roer, dicho sea de paso-- y pude observar la gran cantidad de capítulos dedicados a esta materia. Sin embargo a la obesidad escasamente le dedicaba una página. Cierto que la obesidad es conocida desde el principio de los siglos, pero ha hecho su aparición en las tres últimas décadas y en este periodo han cambiado algunos conceptos epidemiológicos.

LA OMS, sus motivos tendrá, la define como "la epidemia del siglo XXI" y digo yo que como tal epidemia tendrá su vector de trasmisión: sin duda, la industria alimentaria. Desde el año 2002 es considerada entre los diez factores de riesgo para la salud.

En multitud de publicaciones vemos el negocio de la industria de la alimentación, con su publicidad engañosa; los laboratorios en su investigación del tratamiento eficaz; las clínicas de estética a lo suyo; las asociaciones de obesos defendiendo el tratamiento de su adicción a la comida; y grupos profesionales con ofertas de dietas de tres al cuarto; o incluso la cirugía. Por si fuera poco, asociaciones en defensa de los derechos del consumidor también se postulan por la libertad alimenticia. He aquí un debate entre responsabilidad o irresponsabilidad, individual o colectiva.

Los gobiernos se preocupan por los altos costes sanitarios actuales y las dificultades de financiación del futuro más inmediato.

No es un mero problema de hamburguesas, de carriles-bici, de impuestos al chuletón, del color de las lechugas o de prohibiciones absurdas. Como tal enfermedad es un problema social y de salud que necesita estrategias multisectoriales a largo plazo, al igual que durante años se hizo y se continúa haciendo con las aguas, a sabiendas de que es una enfermedad de ricos en los países pobres y de pobres en los países ricos .

Como dice nuestro paisano el profesor Campillo , nuestros genes y nuestras formas de vida ya no están en armonía, según la medicina darviniana, y habría que volver a la situación de nuestros ancestros para corregir la obesidad.

A pesar de todo, la historia de la humanidad ha pasado por múltiples avatares y se ha ido superando, cuestión de modas o de tiempo.

*Médico