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Editoriales

Abandono universitario

Las cifras sobre los suspensos de los estudiantes universitarios en los primeros cursos van más allá de la anécdota o de los límites de la normalidad para convertirse en un problema analizable desde un punto de vista estructural. ¿Cómo es posible que existan tantos abandonos, tanto fracaso escolar, en el entorno de la educación superior? ¿Podemos hablar de desmotivación, de falta de perspectivas profesionales, de una deficiente programación, de la escasa información con que llegan a la universidad los estudiantes de secundaria? La falta de sintonía, de diálogo entre los estratos de enseñanza, es notable. Funcionan casi como compartimentos estancos, excepto cuando se acercan los días en los que los alumnos han de optar por una carrera. Entonces, la avalancha es incluso desproporcionada. Los jóvenes se pierden, sin excesivo criterio o por falta de vocación explícita, en ese mar de ofertas que luchan por una demanda a la baja.

En otro orden de cosas, hay universidades que han percibido un déficit de conocimientos entre los estudiantes que llegan a sus primeros cursos. Para ello han implantado cursos básicos, con el objetivo de igualar el nivel a partir del cual deben afrontar las titulaciones universitarias para reducir los riesgos del abandono. Es de esperar que, ante este panorama, el nuevo Espacio Europeo de Educación Superior tenga efectos positivos. Por la remodelación de las titulaciones, por sus nuevas exigencias y porque los nuevos planes de estudio preverán salidas más racionales y cortas (los grados), con lo que el sistema puede esponjarse y dar oportunidades reales a los que hoy abandonan su recorrido universitario por alguna de las causas citadas.

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