Ser más o menos visible en nuestra sociedad, en no pocas ocasiones, se suele vincular al éxito que nos acompaña en lo profesional, a nuestras relaciones sociales, o en lo anecdótico que puede suponer formar parte de alguna noticia a la que, en algunas ocasiones y por circunstancias, podemos vernos asociados por los caprichos del destino.

Esta visibilidad se ve favorecida por lo cerca que nos encontremos de determinados círculos sociales a los que los medios de comunicación y el interés de la sociedad sirven de amplificador, elevando a la enésima potencia nimiedades que, en más de una ocasión, no pasan de lo puramente anecdótico.

No sé si comparten conmigo esta reflexión o si por el contrario abogan por la objetividad absoluta en el momento de reconocimiento social a la relevancia de cada cual, en función de su valor, su compromiso, o su destreza. En cualquier caso y compartamos o no esta reflexión, es incuestionable la facilidad con la que modas, corrientes o tendencias influyen en el devenir de la atención social a los avatares de nuestros y nuestras compañeros y compañeras de tribu.

Hoy, Día Internacional de las Personas Mayores, es un día que sin duda para muchos de ustedes pasará desapercibido, seguramente porque este colectivo no resulta de su interés, o porque el ser considerado mayor es un momento que aún le queda lejos. O quizás porque un Día Internacional supone un espacio para la celebración y habitualmente usted sólo se para a leer los titulares de las noticias cuando se habla de ellos en clave dramática. Triste circunstancia cuando una de cada cinco personas que pasan cerca de usted, que comparten calles, bares y tiendas, tiene más de sesenta y cinco años y forma ya parte, presumiblemente, del universo de personas mayores de nuestra sociedad.

XESTE AÑOx, la presencia de los mayores en los medios de comunicación ha tenido más visibilidad de la habitual. La nueva Ley de la Dependencia los ha elevado a los primeros puestos, informativamente hablando, seguramente ocupado por el reconocimiento de un nuevo derecho, del que no solamente ellos se van a ver beneficiados.

Nuevamente, la parte por el todo. La sociedad y los medios de comunicación, de forma directa en algunas ocasiones y subliminalmente en otras, catalogan a nuestros mayores como una parte de la sociedad receptora de servicios, que supone una carga para el sistema, sin ser capaces de vislumbrar ni la riqueza que aportan ni su papel fundamental en la generación de calidad de vida para la sociedad. No viene mal que recordemos la Declaración de Brasilia sobre el envejecimiento saludable, OMS 1996, que afirmaba que "el envejecimiento está ligado al desarrollo. Las personas mayores saludables son un recurso para sus familias, sus comunidades y la economía".

Atrás quedan discursos que les definían como estoicos ciudadanos curtidos con el viento de la necesidad y el esfuerzo. Caducas definiciones que empobrecían, sin duda, la proyección de un grupo social que aboga hoy claramente por el positivista nosotros qué podemos aportar frente al resignado a nosotros qué nos dan .

No es justo condenar al ostracismo, al olvido y a la melancolía al grupo humano formado por los hombres y mujeres mayores de nuestra sociedad cuando, además, permanentemente, a la menor oportunidad nos indican de manera apasionada su interés por seguir comprometidos con el futuro, por continuar su labor desde otro ámbito, pero liberados ya de algunas cargas y de una manera más firme e intensa.

Los mayores voluntarios, los mayores cuidadores, los mayores comprometidos, aportan desde su experiencia y compromiso, --como decía anteriormente--, calidad de vida a la sociedad. Facilitan nuestro día a día, favorecen la incorporación de los jóvenes al mercado laboral, compartiendo sus cargas familiares y apoyan de una manera irrenunciable situaciones a las que las administraciones no llegan por incapacidad o por falta de recursos.

Los mayores forman una masa crítica que cada vez pesa más en nuestra sociedad y sería injusto pensar que esto solo es así por el envejecimiento de la sociedad. Sin duda, también lo es por la extraña habilidad que nuestro entorno ha desarrollado para decantar a aquellos que siendo todavía tremendamente útiles, el sistema define como no óptimos para seguir en los procesos de producción.

Hoy es un día en el que no solamente debemos recordar la necesidad del respeto y la protección de los mayores, sino que también debemos apostar por la visibilidad social, política y participativa de esas personas mayores.

Y en este sentido, creo que es imprescindible que hoy reconozcamos no ya lo hecho en el pasado, base de nuestro presente, sino nuestro firme compromiso de edificar de forma conjunta el futuro que a todos nos corresponde.

*Consejera de Sanidad