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LA CARTA DEL DIA.

Varón, 32 años

Por entre la celosía del sueño vi cómo lo llevaban al hospital con carácter urgente. Desde 1975 venía sufriendo depresiones causadas por la estrategia que lo desposeyó de sus pertenencias y lo expulsó de su tierra.

El se había armado de paciencia esperando ayudas exteriores que nunca llegaron. Ninguno de los influyentes de la tierra ponían sus ojos en la realidad actual y hostil que venía padeciendo. Las pocas miradas hacía él se quedaban en simples espejismos. Le ayudaron amigos para sacarlo de su depresión, de los malos tratos y del olvido, pero de nada sirvió esta ayuda.

Se fue agotando su paciencia y al escuchar a otros que no tenían más remedio que armarse para la guerra decidió formar parte de la Columna de los 1.000 y unirse a la cadena humana que se formaría frente al vergonzoso muro de más de 2.000 kilómetros levantado por Marruecos. Así, si los gobiernos y la ONU los vieran con sus manos enlazadas y con palomas de paz tal vez los pondrían en el punto de mira internacional.

Tuvo la mala suerte de pisar una mina y por eso es ingresado en urgencias, siendo su cuerpo destrozado una llamada a la atención mundial.

Lo que parecía un hospital vi que se transformó en despachos donde los médicos eran conocidos políticos con batas blancas y miradas ciegas. Políticos que seguirían absteniéndose de las votaciones a favor de un pueblo herido, dando prórrogas y más prórrogas; preocupándose sólo de rellenar sus arcas y cuidar sus imágenes, siempre encorbatados y sus trajes limpios, sin átomos de arena, porque nunca se acercarán a la asfixiante tierra donde falta de todo para hacer justicia, a más de 160.000 almas, desterradas en la Hammada argelina; como tampoco atenderán al joven ingresado que agoniza en al UCI, porque al fin y al cabo ¿qué es para ellos?, un saharaui más, al que no miran como persona. Y así, por los siglos de los siglos...

José Gordón Márquez **

Azuaga

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