TRtecordáis los viejos telegramas, aquellos postes del telégrafo? Tantas palabras, a tanto cada una, tanto había que pagar. Volvemos a lo mismo, y no nos quejemos. Lógico. Los chicos, que andan todo el santo día con el cachivache dale que dale, no tienen más remedio que tragarse las vocales y lo que haga falta. Así pagan menos la cuenta del móvil, o les dura más la tarjeta.

No pasa nada. No pasa si esa peculiar, y socorrida, treta no la emplean en otros medios de comunicación basados en la palabra escrita. Porque a mí que no me vengan con esas abreviaturas si les digo que hagan una redacción sobre esto o aquello. Hasta ahí podíamos llegar. Ahí hay que escribir como Dios manda, es decir, como ordena la RAE, y si no, suspenso, cate que te crió.

Siempre ha habido abreviaturas, o siglas, o acrónimos. Mire usted las inscripciones romanas en las lápidas o en los miliarios. La de Dios es Cristo. Hay idiomas en los que los sonidos vocálicos en la escritura ni hablar del peluquín. Acérquense al árabe clásico y ya verán.

No hace falta irse muy lejos. Nuestro primer texto. El primer texto en castellano, digo; si es que hablamos castellano (español), porque por lo visto hay quien diga ahora que hablamos extremeñu . Decía que en el primer texto castellano (español), que fue aquel que escribió el hermano fraile, o lego, par del texto latino que estaba copiando, está atiborrado de abreviaturas y ancha es Castilla, desde Santo Domingo de Silos, o desde San Millán de la Cogolla hasta la mismísima Patagonia, todo eso es solar de nuestro padre idioma o nuestra lengua madre, que al fin y a la postre, como decía don Miguel , es nuestra verdadera patria.

Y eso; que si los jóvenes abrevian en los móviles, que abrevien, pero cuidado con creer que todo vale y que uno puede saltarse la norma ortográfica cuando le venga en gana. De eso, nada.