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Editoriales.

Bancos y créditos

Pocos esfuerzos del Estado han concitado tanta aceptación como los que ha hecho --el español y los del resto de países occidentales-- para inyectar liquidez al sistema bancario con el fin de superar, de ese modo, su colapso. En dos ocasiones, el Gobierno español ha subastado títulos, poniendo a disposición de los bancos más de 8.000 millones de euros. Sin embargo, la respuesta de las entidades ha sido prácticamente nula, y siguen negando créditos con los mismos criterios que antes de que el Estado, es decir los ciudadanos, hiciera ese esfuerzo en su favor.

En este contexto no es de extrañar que se sucedan las voces --el presidente del Banco Central Europeo, a nivel de la eurozona; el Psoe a nivel nacional; los empresarios y la Junta a nivel regional-- exigiendo a los bancos que empiecen a conceder créditos para que empiece a moverse la economía. Esa exigencia está más que justifica. De hecho, no hacerlo sería caer en una irresponsabilidad. Porque el esfuerzo llevado a cabo es el que ha hecho la sociedad (¿de dónde van a salir los fondos, sino de los impuestos de los ciudadanos?) Sería un sarcasmo, por tanto, que quienes arriesgan su dinero para hacerle el favor a la banca recibieran de ésta el mismo trato displicente y cicatero como si nada hubiera pasado. El sarcasmo es mayor ante la respuesta de la banca, que apela a los derechos de los clientes --concretamente "no poner en riesgo sus ahorros"-- para negarse a aflojar la mano, cuando hasta el mes de septiembre el conjunto de los bancos españoles ganaron más que en el mismo periodo del 2007.

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