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Editorial.

Las lecciones deltsunami de Japón

WLw as crisis del petróleo de los años setenta obligaron a las autoridades japonesas a poner en marcha un plan que compensara su elevada dependencia energética del exterior para evitar que en el futuro fueran víctimas indefensas otra vez de escaladas de los precios como las que tuvieron lugar durante aquellos años.

Las fuertes inversiones en I+D realizadas desde entonces han convertido al Japón en un país que ha sido indiscutiblemente líder del mundo en eficiencia energética, es decir es el que más provecho saca por cada dólar gastado en la compra de petróleo.

Una buena muestra de ese progreso es que el consumo energético de su industria se ha mantenido estable en los últimos 30 años, un periodo en el que el país ha duplicado su Producto Interior Bruto (PIB). También es el primero en el desarrollo de automóviles híbridos y eléctricos.

Una de las vías desarrolladas ha sido la de las energías alternativas al crudo, entre ellas la nuclear, de la que es el tercer productor mundial, tras Estados Unidos y Francia.

El terremoto que provocó el tsunami del viernes pasado ha afectado a tres de sus 17 plantas, con la explosión de un reactor en la de Fukushima --a 270 kilómetros de Tokio--, lo que ha obligado al desplazamiento de 140.000 personas y ha extendido el temor por todo el país.

De los tres incidentes nucleares más graves conocidos hasta ahora, este es el primero provocado por un desastre natural, no por un fallo técnico o humano.

Pero aun así pone de manifiesto que los sistemas no han funcionado adecuadamente. Los circuitos de refrigeración íque ahora se fabrican con más autonomíaí no han respondido ante la parada del reactor. Lo importante del caso no está solo en lo que ha desencadenado la fuga radioactiva, que ya vemos dónde está y cómo se puede resolver.

Lo más inquietante es que en la actualidad la industria nuclear aprende nuevos mecanismos de seguridad de los accidentes, como se han apresurado a subrayar las autoridades políticas de países como Alemania o como Francia, que son sin duda grandes potencias en este terreno.

Lo que queda del grave accidente ocurrido en Japón, siempre y cuando no tenga consecuencias en vidas humanas, es que hay razones de peso para ser muy cuidadosos con la alternativa nuclear. El miedo no solo es libre, sino que estamos viendo las razones reales en que se sustenta. El debate sobre las nucleares no debe darse por cerrado.

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