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Editorial

Una campaña electoral más decisiva que nunca

La campaña electoral que se ha iniciado a las cero horas de hoy se antoja más decisiva que nunca puesto que en ninguna cita electoral desde la aprobación del Estatuto de Autonomía en 1983, ha estado tan en entredicho la hegemonía del PSOE en la región. La encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), conocida en la mañana de ayer y que ha sido elaborada sobre 1.200 entrevistas en 77 municipios y con un margen de error del 3%, ha contribuido a apuntalar esa hipótesis, que ya se atisbaba en la gran mayoría de los sondeos previos.

Que en Extremadura el PP pueda lograr un parlamentario más que el PSOE y que Izquierda Unida se alce con los escaños decisivos para dar el gobierno a uno u otro partido sería un terremoto político en toda regla, por mucho que exista el precedente de la legislatura de 1995, en que el PSOE gobernó en minoría. La excepcionalidad del vuelco electoral se aprecia en la propia encuesta, puesto que junto a la disponibilidad de los votantes a otorgar la mayoría parlamentaria al partido de José Antonio Monago se manifiesta, en sentido contrario, la extendida creencia de los ciudadanos en seguir considerando que el ganador será Guillermo Fernández Vara que, además, mayoritariamente les gustaría que siguiera gobernando porque un 30% cree que su acción de gobierno ha sido buena frente al 15% que la califica de mala. Además, Vara está globalmente valorado mejor que su oponente e incluso es el mejor valorado, según otras encuestas, de entre todos los presidentes autonómicos. A tenor de estos datos, ¿cómo se puede conciliar, de una parte, una pérdida de siete escaños con una consideración general aceptable del candidato que los pierde y con un juicio favorable en términos generales sobre su gestión? Solo el ´factor Zapatero´, el descrédito en el que se encuentra por su modo de conducir a España en la crisis, podría explicar ese retroceso de su partido en la región.

Por todo ello, obra con inteligencia José Antonio Monago cuando afirma que ante las encuestas no hay que echar el sombrero por alto. Máxime cuando los datos apretados que muestra el CIS pueden servir de acicate para movilizar un voto socialista desencantado a poco que Vara y el PSOE extremeño logren transmitir la idea de que no es un voto de castigo a Zapatero lo que se está ventilando en las urnas extremeñas.

Con todo, si el PP se alza con la victoria y protagoniza el vuelco, ese terremoto político del que se habla aquí será únicamente en términos electorales. Porque nada más alejado de la convulsión de un seísmo que la alternancia en democracia; nada más afin a la esencia del sistema parlamentario que la sucesión de las mayorías de signo distinto. El PSOE ha venido ganando desde la etapa de la preautonomía por la voluntad legítima de los ciudadanos. Esa misma voluntad será la que, en su caso, le daría el gobierno al PP. La incógnita se resolverá el día 22. Hasta entonces nos aprestamos a vivir una intensa y decisiva como nunca campaña electoral, una circunstancia que refuerza la democracia, la participación y el compromiso ciudadano.

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