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tribuna

Un ERE de 4.000 cargos públicos

La política gira, sobre todo, alrededor del ejercicio del poder: fuera de las instituciones hace mucho frío y las organizaciones políticas son mucho más difícil de manejar sin la zanahoria de repartir cargos entre los propios.

El PSOE acaba de hacer un inmenso ERE de cargos públicos que han dejado de serlo para ser sustituidos, en la mayoría de los casos, por otros del PP. Este ejército de parados habrá recuperado, en muchos casos, el espíritu crítico al calor de su recién e involuntaria independencia.

La política cumple la ley de Newton: cuando un partido se somete a la gravedad, no se detiene hasta que se estrella contra el suelo.

No se entiende que el presidente Rodríguez Zapatero , que es el único que constitucionalmente puede hacerlo, no disuelva las Cortes y convoque elecciones. Sólo su profunda y enfermiza confianza en la suerte le hace mantenerse en este calvario, en espera de que se produzca el milagro de la alquimia política que pudiera evitar la hecatombe de las elecciones generales.

A partir de hoy, todo se va a complicar, porque los damnificados por el ERE electoral van a pasarse el día preguntando "qué hay de lo mío" y no queda pastel para tanto invitado a esta boda, que en realidad es casi un entierro.

La experiencia dicta que los partidos sólo pueden hacer catarsis desde la derrota. La socialdemocracia tiene fundidos los plomos en Europa, y sólo una profunda revisión en todos los ámbitos puede hacer que se recupere. En el PSOE, sin un atisbo de autocrítica, los parados van a empezar a mover el tablero. Es la ley de Newton aplicada a las organizaciones políticas: la atracción de la gravedad es inevitable.

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