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Un islamista en Marruecos

WLw os cambios ocurridos en Marruecos no han sido resultado directo de una revuelta como la primavera árabe vivida en Túnez y Egipto, pero sí lo han sido indirectamente. Mohamed VI se adelantó a lo que pudiera llegar, se resignó a perder poderes en una nueva Constitución y a acatar el resultado de las urnas nombrando primer ministro a un representante de la lista más votada. El resultado ha sido la victoria del islamismo moderado del Partido de la Justicia y el Desarrollo y el nombramiento de su líder, Abdelilah Benkirán, para encabezar el nuevo Ejecutivo, en el que deberá contar con partidos de la izquierda, ya que si la victoria islamista fue indiscutible (duplicó en escaños al segundo partido, el histórico Istiqlal), no fue suficiente para gobernar en solitario. Con la llegada al poder del islam político, Marruecos repite lo ocurrido en Túnez y lo que con toda seguridad ocurrirá en Egipto.

Este islamismo moderado tendrá ahora la posibilidad de demostrar si es capaz de gobernar y de hacerlo respetando las normas democráticas. Su intención de luchar contra la corrupción debe ser apoyada, porque este es uno de los males que atenazan a la sociedad marroquí. Otra cosa es lo que vaya a hacer en cuestiones como el estatuto de la mujer, y las indicaciones conocidas hasta ahora son más bien negativas. Por el momento, hay que saludar la victoria alcanzada en unas elecciones limpias. Habrá que esperar para valorar sus actuaciones.

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