El informe presentado ayer por el comisario europeo Olli Rehn sobre el estado de la economía de España no supone una buena noticia. Primero porque nos sitúa --junto a Eslovenia, que puede ser el próximo miembro a rescatar-- como el país (de los 13 analizados) con mayores desequilibrios a corregir, ya que nos suspende en seis de los once parámetros analizados. Es cierto que los datos son de finales del 2011, pero la Comisión Europea dictamina que las reformas emprendidas son insuficientes, obliga a presentar un plan suplementario antes de finales de abril y anuncia que decidirá si multa a España. Por las respuestas de Rehn en la rueda de prensa de ayer se desprende que Bruselas aún no ha decidido si amplía el periodo en el que España debe cumplir el objetivo de déficit del 3% del PIB. Es, pues, probable que la esperada corrección al alza de este año se retrase a finales de mayo.

Es un error de los tecnócratas de Bruselas, porque España necesita conocer ya sus márgenes de actuación, y un rapapolvo al ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro , obligado a corregir dos décimas el déficit del 2012, lo que afecta al prestigio de España. También preocupa que, contra el optimismo del ministro de Economía, Luis de Guindos , Rehn crea que la recesión durará todo el 2013 y parte del 2014 y que el paro subirá al 27%. Es una previsión horrorosa, no solo por los graves costes sociales. Obstaculiza la recuperación de la demanda interna y grava la morosidad bancaria, dos cosas muy negativas.