Síguenos en redes sociales:

La distracción Gibraltar

TUtno de los ejes bajo los que se ha definido el desarrollo político a lo largo de toda la Historia es el nacionalismo; de hecho, y como norma general, la exaltación de lo propio frente a lo ajeno ha sido y es, probablemente, más determinante que el eje izquierda/derecha o progresismo/conservadurismo, tanto en política interior como en política internacional. Es un asunto complejo y no es este el lugar apropiado para analizarlo, pero baste partir de esta premisa como base de lo que explico a continuación.

Dicen, y es generalmente cierto, que nada une más que un enemigo común: basta encontrar algo que amenace la familia para que dos hermanos en disputa acuerden una tregua. El nacionalismo se ha nutrido mucho de esta norma no escrita. Otra regla tácita de la práctica política es que cuando los gobernantes necesitan que la opinión pública desvíe su mirada de un problema que les acucia, no hay nada mejor que generar otro que pueda atraer toda o parte de la atención; si además se trata de una cuestión internacional, mucho mejor, puesto que confluye el principio de unión ante el enemigo, antes mencionado.

El problema de Gibraltar, dentro de lo que cabe, está bastante claro, existiendo varios principios incontrovertibles: 1) se trata de uno de los diecisiete "territorios no autónomos" bajo supervisión del Comité de Descolonización de la ONU (1961), es decir, que por mandato de la ONU debe ser objeto de descolonización; 2) hasta que eso ocurra, es un territorio propiedad de la Corona inglesa a perpetuidad, según el artículo X del Tratado de Utrecht (13/07/1713), que puso fin a la Guerra de Sucesión española (1701-1713) y que fue firmado y reconocido por el rey español Felipe V , primer monarca de la Casa de Borbón, de la cual Juan Carlos I es el décimo heredero; y 3) los gibraltareños, siempre que han tenido ocasión (singularmente, en 1967 y 2002), han apelado al derecho de autodeterminación.

XPOR OTRA PARTE,x y como ocurre en casi todos los conflictos internacionales --siempre animados por el nacionalismo--, surgen numerosas paradojas irónicas en cuanto se va más allá de la superficie. Por ejemplo, que tanto su nombre como sus primeros asentamientos estables son de origen musulmán, y que su "pertenencia" a España antes de que España fuera España se debe precisamente al periodo de Al-Andalus; o que buena parte de su población proviene de países como Italia o Portugal, así como del Norte de Africa. Tampoco conviene olvidar que fue el régimen del general Franco el que reavivó el conflicto sobre Gibraltar, y el que lo devolvió al imaginario nacionalista español.

Es gracioso escuchar a los dirigentes del Partido Popular, de cualquier época, que los nacionalismos periféricos (sobre todo el catalán) recurren a temas de identidad propia cuando les conviene desviar la atención respecto de sus problemas internos. Resulta gracioso, porque es exactamente lo mismo que está haciendo en este momento el Gobierno de Mariano Rajoy con el asunto de Gibraltar, o lo que hizo el de Aznar con el célebre y patético "desembarco" en la isla de Perejil. De hecho, no deja de ser significativo que estas cuestiones sean devueltas a la opinión pública cuando gobierna el Partido Popular. No conviene olvidar tampoco, por tanto, que algunos de los gestos más conciliadores y cercanos al espíritu que debe presidir el proceso en manos de la ONU, se produjeron cuando el 25/07/06 se firmó el Foro Tripartito de Diálogo sobre Gibraltar, y cuando el 21/07/09 Miguel Angel Moratinos , como ministro de Exteriores, llevó a cabo la primera visita oficial a Gibraltar de un miembro del Gobierno español; ambos pasos dados durante las dos legislaturas de José Luis Rodríguez Zapatero .

Ya lo he escrito en alguna ocasión en este espacio: no somos tontos (al menos, no tanto como antes). La cultura democrática --de bajo nivel, pero democrática--, que se ha ido extendiendo en nuestro país desde 1975, cada vez hace más infructuosos los intentos de nuestros gobernantes por engañarnos. La nueva política deberá partir de este cimiento fundamental. Gibraltar no es un asunto mayor en el interés español (sobre todo porque es una batalla perdida), por más que nos quieran hacer ver lo contrario; y el intento prestidigitador del Partido Popular, para que dejemos de mirar hacia las gravísimas consecuencias de su gestión de la crisis económica y hacia Bárcenas , ha sido en vano.

Pulsa para ver más contenido para ti