CANDIDATOS SOCIALISTAS

La izquierda

Jesús Pichel

Profesor

Patxi López y Pedro Sánchez ya se han postulado como candidatos a las primarias del PSOE, pero quién sabe si Susana Díaz o alguien más completará la lista de aspirantes a la secretaría general. Habrá que ver qué proyectos presentarán y qué hará el vencedor con los partidarios más significativos de las candidaturas contrarias. Doy por descontado que sea quien sea quien gane habrá buenas palabras para todos pero, a la vista de las cuentas pendientes que todos llevan en su mochila militante, probablemente no habrá ni buenas intenciones ni decisiones generosas.

De todas formas, da igual quién se presente y quién gane porque será un secretario general de transición, como lo fueron Almunia, Borrell o Pérez Rubalcaba. Mientras encuentran su ser, su colchón electoral podrá seguir vaciándose hasta no amortiguar golpe alguno. La confrontación que se da en Podemos entre populistas, transversales, anticapitalistas y perplejos no adscritos es un problema distinto: lo que se juegan en Podemos no es quién será transitoriamente su líder sino la configuración a futuro del partido; esto es, qué será Podemos cuando se haga definitivamente mayor de edad.

Quizá no tengan riesgo de escisión, pero seguro que sí hay riesgo de pérdida de adhesiones (y de votos).

EN LA IGNORANCIA

Esposas

José Manuel Fernández-Arroyo

Asesor laboral

Hubo un tiempo en el que las señoras de sus señores les rendían pleitesía y debida obediencia. Un tiempo en el que vivían al margen de la realidad de su más cercano entorno e ignorantes de los prometedores emprendimientos de sus amados esposos. Un tiempo en el que portaban la bandera de la ingenuidad con absoluta naturalidad, sin rubor ni remilgo alguno.

Un tiempo en el que el ejercicio de cuestionarse la procedencia de bienes y prebendas milagrosamente «llovidos del cielo» estaba lejos de su cometido. Pareciera que en la época actual, determinadas esposas de sus tan afamados y jactanciosos esposos nos regalen un viaje en el tiempo a través del que nos hallamos inmersos en esa no tan lejana, pero supuestamente dejada atrás, antigua humanidad, en la que las mujeres eran poco más que un apéndice del macho supremo.

Mujeres que insultan a sus propias congéneres cuando confiesan públicamente el absoluto desconocimiento de las actividades de sus esposos y manifiestan complacencia y sumisión ante todo lo que aquellos les requieren en forma de rúbrica o conformidad y por ende, cómplices en la sombra de los desmanes y tejemanejes de sus protectores consortes.