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Cartas al director

Hoy, que es martes, es decir, el día en que se publica este ‘Es decir’, mi madre cumple años. Muchos, dice ella. Demasiados, digo yo. Comprendo que no es asunto de interés y que el periódico habría hecho bien en prescindir de la pieza --lo de artículo o columna se me hace grande-- y cubrir el espacio con cualquier otra, porque esto de los sentimientos y lo personal --un cumpleaños, una madre-- tiene mejor acomodo en la sección de ‘Cartas al director’.

¿En la sección de ‘Cartas al director’? Es demasiado decir, desde luego, pues se trata quizá de la sección en la que más interés pone el periódico, sin duda el propio director, promocionándola, ampliándola, y acabo de minusvalorarla. Solo me ha faltado decir: ¡Venga, lo sentimental y lo personal, a ‘Cartas al director’! Es, sin duda, la sección propicia para despedir al amigo o al conocido muerto (obituarios aparte), agradecer gestos o denunciar injusticias, pero también para la queja vecinal (el botellón, las cagadas de perro, el estado de los parques...) o la reivindicación ciudadana (el AVE, por rápido ejemplo).

Ahora bien, ¿qué sería un periódico sin lectores que le escriban? Porque no otra cosa es la sección de ‘Cartas al director’: lectores que le escriben al periódico, concretamente a su periódico. La creencia es que el lector aprovecha la existencia de una sección para decir lo que piensa o siente, y no. Aunque el lector no lo advierta así (su propósito, cuando escribe, puede ser la violencia machista o la crisis de los refugiados), lo cierto es que cada carta al director es una indicación, una propuesta, una directriz, lo que el lector quiere de su periódico, con el que se identifica y al que siente como suyo. Y repito: ¿qué sería un periódico sin lectores que le escriban? Nada.

Es mi opinión, claro. Como mía es también la idea de aprovechar la casualidad de que hoy es martes, día en que se publica este ‘Es decir’, y es 14 de marzo, día en que mi madre cumple años --este año, ni muchos ni demasiados, solo 89--, para usurpar un espacio de opinión y felicitarla públicamente (y que el periódico y los lectores me perdonen): Felicidades, María.

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