Que la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos iba a transformar el escenario de la política internacional era obvio, pero lo que no estaba muy claro aún era en qué tipo de espectáculo lo iba a convertir. El lanzamiento sobre Afganistán de la mayor bomba estadounidense no nuclear da una idea. Si Barack Obama, su antecesor en el cargo, llevaba la mal llamada «guerra contra el terrorismo» de una manera sutil y sorteando a la opinión pública con su innegable encanto, haciendo que sus asesinatos selectivos sonaran cual 9ª Sinfonía de Beethoven, el actual mandatario estadounidense parece que va a optar por grandiosos golpes de efecto, dignos de un cutre reality show --o programa de telerrealidad en castellano--.

No sorprende ya que antes de dedicarse a dirigir los designios del mundo libre, el magnate Trump era una estrella de los realities americanos. Lo que sí desconcierta es la gran retransmisión del bochornoso show por los medios.

Qué rápido aceptamos esos términos que el marketing de la alta política promueve en una banalización imperceptible de lo mortífero y lo dañino. ¿Madre de todas las bombas? El concepto --Mother of all bombs--, que parte del nombre MOAB con el que este arma fue bautizada, es igual de genial para diluir lo terrible del objeto como frívolo en su verdadera dimensión.

Apuntaba acertadamente la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que las madres crean vida, no la exterminan. Una bomba como la MOAB no debería denominarse «madre» de nada, ni siquiera acercarse a una palabra tan maltratada que, sin embargo, debería ser sagrada, pero ese es otro asunto.

Volviendo al espectáculo Trump, en la televisión sólo he alcanzado a ver imágenes en bucle de la bomba de marras una y otra vez. Nada de la zona en la que cayó. Dice la Casa Blanca que 96 terroristas del DAESH fueron aniquilados en el ataque. Habrá que creerlo. Si acaso hubiera «víctimas colaterales» (otro terrible concepto) tampoco es plan de buscar el carnet de terrorista en los cuerpos calcinados, más en desiertos y montañas lejanos.

¿Ese ataque va a disuadir nuevos ataques terroristas en Europa? No. ¿El lanzamiento estaba destinado a mostrar fuerza ante países no aliados en la zona? Pues de ser así, que no nos engañen. Al fin y al cabo la gracia del reality es que veamos lo que ocurre de verdad. O eso dicen.