Si preocupante es que en el panorama político actual haya partidos que propongan, sin pudor alguno, claras vulneraciones de Derechos Humanos, más preocupante aún es que haya parte de nuestra sociedad que esté normalizando este tipo de mensajes e incluso esté dispuesta a apoyarlos.

Progresar es pensar en global, es seguir avanzando en oportunidades y en desarrollar el estado de bienestar. Es por ello que necesariamente el progreso social ha de ir de la mano de la tolerancia y la inclusión. No podemos dar ni un paso atrás en la consecución de los derechos y las libertades que conseguimos gracias a un amplio pacto social; tampoco podemos consentir que derechos fundamentales se conviertan en moneda de cambio.

Somos mayoría quienes creemos que una democracia madura se enriquece con la diversidad y crece mejorando en convivencia, por eso, encontramos motivos de alarma en los discursos que enfatizan la estrategia de la confrontación y en el respaldo ciudadano dado a un partido que preconiza la polarización, la exclusión y el odio a las personas migrantes y a quienes se aparten de un determinado «modelo de moralidad».

Hace solo unos meses, España se convertía en un referente internacional de la igualdad y de la lucha contra la violencia de género, nos felicitábamos y nos felicitaban por hacer historia en una jornada de éxito sin precedentes en la que la implicación de millones de mujeres y hombres marcaba un antes y un después en la lucha feminista. El 8 de marzo se convirtió en un sinónimo de fuerza, de emoción, del impulso necesario para poder recorrer un camino en el que aún queda tanto por hacer para llegar a la igualdad efectiva entre hombres y mujeres.

Entonces nos enorgullecíamos de nuestra conciencia social pero hoy las bases de la democracia y los derechos fundamentales, que tan sólo hace unos meses eran incuestionables, no sólo se cuestionan sino que se atacan descaradamente al tiempo que se desvirtúa la realidad para justificar

intereses partidistas. Debemos hacer el ejercicio de diferenciar la propaganda de la información y de superar los intentos de manipulación como las noticias falsas que se repiten en los medios de comunicación y en las redes sociales.

Debemos recuperar la buena política y recuperar el apoyo de la ciudadanía para avanzar hacia una sociedad más justa e igualitaria, sin dejar a nadie atrás.

Todas y todos tenemos la responsabilidad de frenar esta deriva, de mirar hacia adelante y apostar por un desarrollo sostenible, que haga del futuro de nuestras hijas e hijos un futuro inclusivo y no excluyente.