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Puñalada de misericordia

Nuestra lengua es tan rica que ofrece fórmulas poéticas hasta para describir realidades tan poco reconfortantes como la del golpe de gracia con que un sujeto remata a otro al que se le transparenta el renqueo moribundo. Gramaticalmente bella es, sin duda, la expresión «puñalada de misericordia», que da título a este artículo. Pero su apariencia confunde, porque su significado es siniestro, cruel y violento. Como lo es el ejercicio de la política en la Villa y Corte. Y si no que se lo digan a Pablo Iglesias, al que se le ha de estar atragantando esa sucesión de abandonos y ataques protagonizados por su primigenia comparsa en aquello del «asalto a los cielos».

Y es que la unidad de ese invento llamado Podemos ha durado solo hasta que las distintas familias del partido han comenzado a acuchillarse. Después, todo ha saltado por los aires. Porque los implicados en el movimiento izquierdista han acabado reproduciendo, casi milimétricamente, el proceder de los prebostes soviéticos. Y es relevante que, el más taimado de entre todos los que, a lo largo de los últimos tiempos, han apuñalado a Iglesias, haya sido su antiguo amigo del alma, Íñigo Errejón, al que solo le ha faltado blandir un piolet como el de Mercader.

A Errejón lo calificaba, hace unos días, la portavoz del PP en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, como «uno de los políticos más sobrevalorados del país». Y acertaba la diputada en su valoración. Porque, además de que creció siempre bajo el cobijo de otros, como Pablo Iglesias o Manuela Carmena, dicen, quienes han seguido de cerca su trayectoria, que es preso de una tendencia natural a la molicie, al escaqueo y al absentismo. Es hábil, eso sí, a la hora de «vestir la mona» ante los medios, disfrazándose de moderado, y escondiendo al comunista bolivariano-peronista que lleva dentro.

Todavía es pronto para aventurarse a predecir la longitud del descosido que Errejón le va a hacer al que fuera su partido. Pero, si todo evoluciona como se vislumbra, el tamaño del girón será considerable. Y, entonces, Sánchez sí tendrá un aliado a la izquierda con quien pactar a cambio de un modesto plato de lentejas.

*Diplomado en Magisterio.

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