Hace poco oí decir que vamos hacia una sociedad de extrema derecha porque no hay valores. Me causó una profunda pena porque venía de una persona religiosa, y porque quiere resucitar unos tiempos que todos queremos dejar atrás por la falta de libertad, el miedo y la represión. Además, no nos engañemos, el mal siempre ha existido. No solo en épocas de libertad. Ya hemos visto que una dictadura no acaba con la delincuencia o la criminalidad. Es cierto que hoy los valores predominantes son el dinero y la satisfacción inmediata y compulsiva, inducidos por la sociedad de consumo y la publicidad, pero muchas personas intentan alejarse de este individualismo y falta de empatía e intentan hacer el bien y ayudar a los demás, sean o no creyentes. También es verdad que no existe la cultura del esfuerzo, la autodisciplina y el respeto a la autoridad. La explicación es que los jóvenes tienen difícil el acceso a un puesto de trabajo, muchas veces precario. Entonces, ¿para qué esforzarse? Seguramente, si empezasen como todos hemos hecho, desde abajo, verían que el esfuerzo vale la pena. Con un trabajo, muchos jóvenes maduran, se vuelven responsables y ven alcanzable un proyecto de vida. Al venir de un sistema autoritario, muchos padres y profesores han renunciado a ejercer la autoridad para no convertirse en unos dictadores, pero eso es un error. Autoridad no es igual a autoritarismo, ya que la autoridad no es arbitraria ni inhumana. Por eso, a nuestra sociedad le sobra permisividad. En resumen, lo sano sería tener más fe en el género humano, creador del arte, la música y la poesía, y capaz de amar.

EL PASO DEL TIEMPO

Las diez menos diez, siempre

Enrique Stuyck

Jubilado

Después de más de 30 años, se le han debido gastar las pilas a mi reloj y se ha quedado parado en las diez menos diez. Pensaba ir al relojero para cambiar las pilas, pero creo que no lo voy a hacer, porque no veo la necesidad de llevar en la muñeca un objeto que te avisa continuamente del paso del tiempo, algo que no me hace especial ilusión. He decidido, por tanto, que a partir de ahora voy a vivir permanentemente en las diez menos diez. Cuando me convenga serán las diez menos diez de la mañana, y cuando me interese, las diez menos diez de la noche. Desde que tomé esta decisión, ya ha habido varias personas que me han preguntado por la hora, y cuando les digo que son las diez menos diez se creen que les estoy gastando una broma, pero cuando insisto en que son las diez menos diez, les enseño mi reloj con la hora y ven que, efectivamente, lo son. Deben pensar que se me ha ido la olla y yo me río pensando en la pérdida de tiempo que supone estar todo el día pendiente de la hora. Estoy encantado con mi idea porque, a partir de ahora, para mí serán siempre las diez menos diez, no me tendré que ocupar de mirar la hora y viviré despreocupado del paso del tiempo.

AÑO NUEVO

Reto superado

Marta Robledo

Tarragona

Como cada año, el 1 de enero me propongo una lista de retos a superar durante los siguientes 365 días y, en 2019, uno de los objetivos fue dar sangre por primera vez, y lo hice. Una experiencia de la que me siento muy orgullosa, ya que hacía tiempo que esta idea rondaba por mi cabeza intentando encontrar el empujón que ganara a mis miedos. Ahora que ya lo he conseguido, quiero animar a todos los que tengan dudas: nada tiene que ser más fuerte que el deseo de ayudar a los demás. Llenar los bancos de sangre será el mejor regalo de estas fiestas.

Fiel a mis propósitos

Tatiana Nikitina

Barcelona

Esta es una época para escribir nuevos propósitos y deseos para el próximo año. Escribo aquí un manifiesto para leerlo en unos años y ver si he sido fiel a mis deseos o no. Tengo solo una vida y, por tanto, no quiero ser esclava del miedo, arrepentirme de las cosas que no he hecho y traicionar mis sueños. Quiero arriesgar, caerme, pero luego siempre levantarme; trabajar en proyectos que me quiten el sueño; conocer a personas que me inspiren y cambien mi modo de pensar. Quiero vivir, no solo existir.