Vives en un primero y te encuentras al vecino del quinto en el ascensor. Tras un cortés ‘buenas tardes’, mientras el ascensor pareciera va más lento que cualquier día, el silencio. Finalmente sólo te queda una salida, preguntar por el tiempo, y exclusivamente el atmosférico, no vayamos a liarla.

Y es que es precisamente esa sensación, la de no vayamos a liarla con el vecino del quinto, la que me inunda un Miércoles de Pasión, ante un Jueves donde se rememora la oración de Jesús en el huerto de los olivos, la traición de Judas y el prendimiento de Jesús, en orden y por pisos. Además el momento no lo he visto muy católico, respecto al vecino me refiero.

En otras circunstancias, si hubiese vivido en el tercero, le hubiera preguntado por su opinión por las vacunas, pero después de que Alemania haya suspendido la administración de la Astrazeneca, según su canciller porque «es esencial mantener el principio de la confianza. Y solo puede haber tal confianza cuando se analiza minuciosamente toda sospecha o riesgo individual», y que aquí en España se diga lo contario, he preferido no empezar una discusión ética sempiterna sobre ‘el problema del tren y el descarrilamiento’, derechos individuales, colectivos, libertades, derechos y obligaciones, tanto del ciudadano, como del Estado, la libertad de elección asumiendo sus consecuencias o contrariamente una improcedente guerra entre países y laboratorios.

En otras circunstancias, si hubiese sido el del segundo, le hubiese preguntado por la política. De las mociones de censura a media legislatura, de los que se van y se despiden sin haberse ido, poniendo a los pies de los caballos a quién hasta hace poco cabalgaba a su lado, de las iras y del todo vale por un sillón, pero tampoco quería entrar en discusiones sobre el fin último de la política y la gobernanza en referencia a buscar únicamente el bienestar de los ciudadanos.

En otras circunstancias, si hubiese sido el del primero, le hubiese preguntado si iba de puente a ver a su familia, pero claro, resulta que su suegra es de Montpellier, al sur de Francia, y ahora que empieza el buen tiempo, no sabía si su suegra había cogido un avión y estuviera en Valdehornillos con su madre y éste tuviera prohibida la entrada al pueblo y en su defecto a su casa materna por no ser conviviente y con suegra y suegro, franceses, sumaban más de seis, y eso pudiera conllevar prendimiento, perdón, multa.

En fin, hoy Jueves Santo, los católicos y no católicos, oramos porque no nos pase nada con la vacuna, observamos absortos traiciones y deslealtades de nuestros políticos, y procuramos no sufrir prendimiento, siempre y cuando no seamos franceses. Y muchos cofrades y devotos se quejan de que no hay Jueves Santo. Pues miren, procesiones, procesiones no hay, pero visto lo visto, si coincidimos en el ascensor, mejor hablar del tiempo, que no quiero liarla y además, parece que va a llover. Ahora mismito voy a ponerme una rebequita.

*Maestro