No puede ser casualidad que se cuestione la eficacia del CNI después de que el Tribunal Constitucional haya anulado el decreto-ley que permitía a Pablo Iglesias ser miembro del CNI. No puede ser, dicen los afectados por la falacia post hoc.

Lo que se cuestiona del CNI es que, a propósito de El Tarajal (caso), no habría detectado nada (y 8.000 personas no se convocan solas, espontáneas, todo hay que decirlo), o, si lo detectó, prefirió enterarse por los periódicos, como cualquier democracia. Y, para subrayar su ineficacia, se contrasta con el espionaje marroquí, que sí habría enterado a Rabat de que el líder del Frente Polisario recibiría tratamiento médico en España y, aún más, de que, para preservar su privacidad (de enfermo, no de líder), las autoridades españolas no lo registrarían como Brahim Ghali, sino con otra identidad, también revelada a Rabat, claro. O sea que el Gobierno español, permítase el comentario, estaría perdido sin los periódicos, al menos respecto al Magreb, ya que por los periódicos habría sabido no solo que Trump reconocería la soberanía marroquí en el Sahara sino también que el líder Polisario estaba en un hospital de Logroño. ¡Como para informar de estas casualidades a los afectados de casualidades!

"Ahora no hay necesidad de buscarle a Pablo Iglesias responsabilidades, intrigas, ambiciones"

 Bien. El que la casualidad consista en que se cuestiona la eficacia del CNI después de que el Constitucional le haya obstaculizado el acceso a Iglesias quiere decir que el cuestionamiento o es del propio Iglesias, despechado, o es efecto de su política, que habría legado cuestiones como “el régimen del 78” y “la anormalidad de la democracia española”, entre otras, y se manifiesta así, poniendo en entredicho el sistema. Sea como fuere, resulta que quienes denuncian esa casualidad son los que hicieron de su vida política y de su vida a secas una causa llamada Pablo Iglesias, que es hoy una causa ya sin efecto por culpa de los votantes de Iglesias (que no le votaron, hay que joderse), y que no tienen, por tanto, motivación ni excusa para seguir combatiéndola. Dicho de otro modo: ahora que no hay necesidad de buscarle a Iglesias responsabilidades, intrigas, ambiciones, lo que sea, ¿a qué el interés por vincularle con el CNI? La casualidad, que es sospechosa. Y, porque es sospechosa, deja de ser casualidad: si se cuestiona la eficacia del CNI es porque el Constitucional le ha anulado a Iglesias el paso al CNI. (Desde luego, el que se aburre es porque quiere.)

Claro que no hay una casualidad sin dos, o sin tres, en este asunto donde una casualidad sigue a otra (estas cosas solo le pasaban a Neruda, pero con los días: “Andan días iguales persiguiéndose”), ni falta un después de detrás de otro. Así, no solo se cuestiona la eficacia del CNI después de la anulación del Constitucional contra Iglesias, sino que la anulación del Constitucional se produce después de que Iglesias se haya descargado de su vida pública, por decirlo con la acepción descargar del DRAE, que parece escrita pensando en su caso: “Eximirse de las obligaciones de su cargo, empleo o ministerio”, pues Iglesias ha tenido cargo (vicepresidente del Gobierno), empleo (líder de su partido) y ministerio (el de Derechos Sociales). Y la pregunta conspiranoica (ojo, que conspiranoico es término que la Academia ya observa, si bien solo como “acrónimo humorístico”, de momento, qué humor tiene) es si el después de del Constitucional se habría producido sin el de Iglesias, o sea, después de que Iglesias dejara de ser vicepresidente, jefe de su partido y ministro. Touché!

Como se ve, los afectados por la falacia post hoc necesitan poco (o mucho) para llegar a la conclusión de que “una cosa es causa de otra por el hecho de suceder antes”, según la definición de la Wiki. En este caso, la conjunción o más bien mezcla de una decisión judicial sobre Iglesias respecto al CNI, la propia decisión de Iglesias de retirarse, el caso de El Tarajal y el cuestionamiento del propio CNI. Lástima que se trate luego de una falacia, como explica Ramón Ferrer en La insoportable levedad del psicoanálisis: “Se trata de una falacia que, en lógica, se denomina post hoc ergo propter hoc. Pero que a la noche le siga el día no quiere decir que una sea causa del otro”.