Los viejos fantasmas siguen presentes en el mundo educativo: pública/concertada, educación en valores/religión en la escuela, educación mixta/diferenciada, comprensividad/flexibilidad de itinerarios, etc. Y, al parecer, estas estériles confrontaciones resultan muy rentables como atracciones del parque temático en el que algunas organizaciones han convertido la cuestión educativa en Extremadura. Hoy día, después de tantas décadas de convivencia conjunta de los modelos educativos, no puede sostenerse que solo y exclusivamente la escuela pública garantiza la igualdad de oportunidades, la educación en valores o la calidad. Estos principios se trabajan diariamente, y con acierto demostrable, en todos los centros extremeños de enseñanza, ya sean públicos, privados o concertados. Destacar que solo una parte cumple con estos cometidos supone un flagrante desprecio a miles de profesionales que se están dejando la vida por la educación de nuestros alumnos.

Todos los centros de enseñanza caminan en la misma dirección y prestan un servicio público del que la sociedad se siente orgullosa. Pero en este escenario que siempre ha aportado variedad, algunos sindicatos están tomando partido últimamente y de manera parcial por una sola parte de los modelos educativos, alimentando así intereses corporativos por los beneficios que esa estrategia les puede estar dando. Por eso, es frecuente que éstos pongan todo su interés en destacar su pertenencia a un colectivo del profesorado con carácter exclusivo y excluyente, lanzando mensajes de rechazo, más o menos directos, del modelo educativo distinto del que ellos dicen representar. Y mientras se entretienen enredando en estas cuestiones, los verdaderos problemas de la educación siguen sin resolver.

Hay que recordar que en Extremadura, la enseñanza concertada da trabajo a miles de docentes y personal de administración y servicios. Miles de trabajadores que sacan adelante a sus familias con su duro trabajo y que contribuyen a construir una sociedad más justa, humana, solidaria y democrática. Y no solo esto: la Enseñanza Concertada facilita el ejercicio de la libertad y que no se imponga por la vía de los hechos un único, uniforme y totalitario modelo de educación. Pedir, como ya se está haciendo, la supresión de los conciertos educativos, es pedir que vayan al paro todos y cada uno de esos trabajadores. No existe ningún otro colectivo para el que se pidan despidos con esta facilidad: esto solo ocurre con los trabajadores de la enseñanza concertada.

Afortunadamente, y aunque les pese a algunos, la sociedad escolariza cada año a los niños y jóvenes en los colegios públicos, privados y concertados con absoluta normalidad, ajena al supuesto ‘conflicto’ que se produce en torno a cada proceso de escolarización. La educación -hay que decirlo bien claro- no es patrimonio de ningún gobierno, ni de los partidos políticos (aunque tengan el respaldo mayoritario de los votos), ni de los sindicatos. La educación es un derecho y un patrimonio de las familias, de la gente, de los ciudadanos. Los poderes públicos y los agentes sociales debemos ponernos al servicio de las familias para dar cumplimiento a este derecho.

La Administración debe garantizar la efectividad del derecho a la educación mediante la asignación de los medios necesarios para su ejercicio. Esto implica que los alumnos disfruten de los mismos recursos en todos los centros educativos (sin que se privilegie a los de una red en detrimento de la otra) y que los docentes y el personal de administración y servicios de la Enseñanza Privada-Concertada homologuen sus condiciones laborales y salariales con sus compañeros de la Enseñanza Pública. A igual trabajo, igual salario.

Las organizaciones sindicales, las familias y la Administración tenemos la obligación de trabajar de manera conjunta por la defensa de los valores que aportan todos los modelos educativos, sin fabricar enfrentamientos interesados que en nada contribuyen a mejorar la educación en nuestra Comunidad. Hay sitio para todos y con su existencia se garantiza el pluralismo democrático que avala nuestra Constitución. Reclamamos, en definitiva, que se respete como se merece el trabajo educativo que realizan todos los profesionales de la educación de todos los centros educativos extremeños y que se adopten las medidas necesarias para que las familias puedan elegir libremente el modelo educativo que prefieran para sus hijos. Queremos aire fresco, variedad, pluralidad y libertad.

*Responsable de la Federación de Enseñanza de USO en Extremadura