Lo del indulto a los artífices del ‘procés’ no lo veo por mucho que algunos opinadores madrileños piensen que aquí en Extremadura y en otros territorios de provincias andamos como en el Callejón del Gato viendo la realidad distorsionada. La medida de gracia que pretende impulsar el gobierno de Pedro Sánchez, sea por favorecer la convivencia entre lo españoles, sea como estrategia para desarmar al independentismo, sea como moneda de cambio para mantenerse en el poder, rechina como un corcho en un cristal. Lo que pasa es que algunos socialistas, o sanchistas, que no lo tengo claro, entienden que conviene dar el paso aún a pesar de que quienes tienen que recibir el perdón de la pena ni lo quieren ni lo han pedido. Es más, no han mostrado el más mínimo arrepentimiento y, lo que es peor, han manifestado que, a la mínima oportunidad, volverían a hacerlo. 

El indulto o la posibilidad de concederlo han provocado el malestar de parte del PSOE. Emiliano García Page y Guillermo Fernández Vara han criticado la medida, sabedores de que en sus territorios, Castilla-La Mancha y Extremadura, no caben medias tintas cuando se trata de defender a España o la Constitución que nos ampara. Ambos gobiernan con mayoría absoluta y saben que su electorado es bastante más socialista que sanchista, sobre todo si se trata de conceder prerrogativas a los independentistas a las que se opone el propio Tribunal Supremo. Podían haber guardado silencio, no en vano Moncloa castiga a quien se sale del redil y Ferraz se venga de los díscolos, pero son conscientes de que no se puede cambiar de discurso de la noche a la mañana, máxime si la derecha ha decidido multiplicar el altavoz de la calle y en las próximas semanas van a sucederse toda clase de actos en contra de la medida.

No es que Rajoy hiciera algo por Cataluña, que de hecho no hizo nada salvo dejarlo estar, pero tratar de convencer a la ciudadanía de que esta medida es para devolver la convivencia en España resulta rocambolesco con quien no tiene otro objetivo en la vida que trabajar para una nueva declaración unilateral de independencia. Pere Aragonès, nada más tomar posesión como presidente de la Generalitat, ya lo ha dicho, que «la resolución del conflicto (en su opinión es un conflicto) tiene que basarse en la amnistía (que no en el indulto) y (ojo) en la autodeterminación». ¿Más pruebas quieren?

"Vara y Page podían haber guardado silencio, no en vano Moncloa castiga a quien se sale del redil"

Desconozco cómo se arregla esto, sinceramente, y no estoy en Cataluña para saber si se valora la generosidad o la responsabilidad del Estado como se ha trasladado desde el Gobierno, pero en el resto de España lo que se entiende es que unos señores se saltaron a la torera las normas básicas de nuestra Carta Magna, trataron de dinamitar el marco de convivencia que nos hemos dado partiendo en dos a la propia sociedad catalana y, al final, los van a perdonar sin haber resarcido nada ni haberse arrepentido tampoco de nada. Da la sensación de que se mueven en un marco de impunidad permanente frente a otros españoles que pueden llegar a pudrirse en la cárcel por delitos y penas muchos menores.

Termino con algo descabellado pero que llegados a este término ya nada lo es: Los tiempos en política son muy importantes y Sánchez practica la estrategia electoral de forma permanente. No me extrañaría que el indulto al ‘procés’, además de otros motivos nobles o interesados de mantenimiento en el poder, también persiguiera la unificación de la derecha y, frente a la misma, la de la propia izquierda. De momento se va a repetir la foto de Colón que tan buenos resultados le dio al PSOE cuando se cogieron de la mano Casado y Rivera con Abascal.

‘Que viene la derecha’ es un lema que moviliza al electorado de izquierdas siempre, sobre todo en determinados territorios. Y después de lo de Madrid y la victoria de Díaz Ayuso, no es de extrañar que la máquina socialista haya echado a andar con la mirada puesta en las generales de dentro de dos años. El tiempo dará o quitará razones.