Hubo un tiempo, me parece recordar, en el que aún se podía escuchar: «Yo de ese tema no opino porque no sé y no estoy informado». Era posible reconocer, sin avergonzarse, que se desconocían todos los datos o que no se tenía una postura clara ante un asunto, y no pasaba nada.

El conocimiento era valorado y reconocido, y quienes sostenían su postura lo hacían basándose en datos y hechos comprobables. Era una época en la que existían enciclopedias rigurosas, de varios volúmenes, compradas normalmente a plazos y que parecían contener todos los saberes. Y bibliotecas como templos. Te acercabas a ellas con curiosidad y reverencia, normalmente lo consultado ya no se te olvidaba, quizás por el tiempo dedicado a aprender lo que hasta ese momento ignorabas.

Y resulta que hoy, con todo el conocimiento del mundo al alcance de nuestros dedos, tan sencillo, somos más ignorantes que nunca. Los smartphones nos han convertido en unos osados capaces de opinar sobre cualquier tema con la creencia de que todo lo que aparece en la wikipedia es cierto, y que si lo dice una web es así y ya está. ¿Para qué aprender nada si puedo buscarlo en Google? ¿Qué dice tal youtuber sobre eso? Pues es ley, y no hay más que hablar.

Hace poco alguien que se considera «influencer» expuso en los colegios se enseñan cosas innecesarias como la lista de los Reyes godos (?) o las matemáticas. Que no sabía dividir, y que teniendo su teléfono con calculadora para qué necesitaba eso en su día a día. El problema no es que lo diga, sino que realmente lo crea y presuma de ello con esa soltura. Porque vivimos un tiempo en el que hacer gala de la ignorancia y regocijarse por ello no sólo no está mal visto, sino que además se aplaude.

Y parece mentira que cuando el ser humano tiene la posibilidad de acceder incluso a los saberes más inaccesibles, dedique la mayor parte de su tiempo a ver videos de otras personas perpetrando bailes y retos ridículos, como chocarse contra farolas o beberse mejunjes insalubres. A lo mejor es lo que toca, otra época de oscuridad a pesar de tener todas las luces. Hay días que me siento tan mayor...

*Periodista