Vuelve la música en directo y con ello se da un paso de gigante en el regreso a la normalidad, tan deseada. Regresan la música y los músicos. ¿Alguien se ha preguntado qué han hecho, de qué han vivido los profesionales de este sector en todo este tiempo de travesía del desierto? A todos nos emociona escuchar y ver a los artistas sobre el escenario, pero cuando se apagan las luces y el sonido queda lo más duro, los ensayos y las largas temporadas sin actuar. Sé que ahora mismo las productoras de espectáculos están yendo a pérdidas o a apenas ganar dinero. Solo quieren que el público venza sus miedos y vuelva a llenar salas de conciertos y teatros.

A veces cuando no es un virus es la propia naturaleza contra lo que tienen que luchar los músicos. Estas lluvias de septiembre están tirando por tierra muchas propuestas musicales u obligando a prorrogarlas como fue el caso de Robe y su potente y solvente banda en Mérida. La espera al domingo mereció la pena.

La música tiene un poder sanador y salvífico, que solo conocen los que la disfrutan a diario. Este verano lo leía en el libro del añorado Pau Donés ‘50 palos: y sigo soñando’. Cuenta que estaba en Extremadura, concretamente en Don Benito, rodeado de encinas, mientras leía la carta de una fan. Ella había estado un año en coma por un accidente y su hermana le ponía a diario la canción Depende (1998). Tras recuperarse le escribía al cantante para agradecerle que la hubiera sanado. Y Pau, emocionado, dice: «Esa noche de verano, en Don Benito, canté Depende como nunca antes lo había hecho. Como si ella estuviera allí, viendo el escenario y coreando los estribillos». El artista comprendió en nuestra tierra el tremendo poder que tenían sus armonías y letras. Vuelve la música en directo, regresa su poder para hacernos mejores. De nosotros ‘depende’ utilizarlo. Refrán: Canta la rana, y no tiene pelo ni lana.