Tres animales abandonados cada cinco minutos, de media, en España. Unos 300.000 al año, según la Federación de Asociaciones Protectoras y de Defensa Animal (FAPAM). La realidad: perros o gatos en contenedores, en las calles, refugios hasta arriba y cada vez más protectoras que buscan adopciones responsables.

Estas llegan, sí, pero muchas proceden de países extranjeros. Lo destaca cada año la protectora El Refugio de Plasencia, que así ha conseguido darle la vuelta a la tortilla y terminar el 2020 con más adopciones que animales recogidos. Pero quien no tiene contactos en el extranjero, debe esperar a que llegue alguien dispuesto a quedarse, para toda la vida, con un animal sintiente. Todo el que tiene una mascota sabe que los animales sienten igual que las personas, pero ahora, el Congreso ha aprobado un cambio en el Código Civil para que dejen de ser tratados como objetos, por ejemplo, a la hora de con quién deben quedarse en un proceso de separación o divorcio. Según el Código actual, incluso podrían ser embargados. Surrealista.

Pero parece que avanzamos, que las leyes reconocen el valor de quien, como dice la publicidad, nunca te abandonaría, e incluso te salvaría la vida sin dudarlo si se diera el caso. ¿Se puede decir eso de todos los humanos?

No hablamos de dar más valor a un animal que a una persona, ojo, sino de dejar de tratarles como mercancía, en tiendas o por particulares, lo que lleva, incluso, al comercio ilegal. Ya era hora de que se sancionara la cría indiscriminada, a ver si más de uno se lo piensa y un descuido deja de convertirse en una camada en el contenedor.

Las protectoras van por delante. La obligación de realizar un curso para una tenencia responsable que aparece en el anteproyecto de Ley de Protección y Derechos de los animales ya lo hacen estas asociaciones a pequeña escala con cuestionarios, entrevistas y seguimiento de la adopción. Porque eso sí, la nueva ley marca muchas normas, pero otra cosa serán los medios para vigilar que se cumplen.

No obstante, bienvenida una ley que prohibirá los sacrificios que aún se realizan en algunas comunidades y da valor a los animales de compañía, sin duda una victoria moral para las protectoras que llevan años haciendo el trabajo de las instituciones y que merecen ayudas económicas para costear su cuidado porque, de no ser por ellas, los animales abandonados plagarían las calles.  

*Periodista