Quién volviera a los dieciocho, hoy no, mañana, como diría José Mota, concretamente en año preelectoral, aunque no descarten que sea el electoral, pues la entrada de los miles de millones provenientes de los fondos europeos, sin ser eternos, dan para muchos bonos y bondades, al menos para unos inmediatos Presupuestos Generales, y que puestos a elegir, serían cuando mejor enfrentarse a unas elecciones, ahora con los bolsillos llenos, antes que con el bolsillo a medio llenar o en el peor de los casos, vacío. Si ya es difícil con la millonada proveniente de los fondos europeos mantener los actuales pactos de Gobierno, entre promesas, las cumplidas, las por cumplir, y algún cumplido, las exigencias y exigentes, coacciones y coaccionados, imaginen sin esa «tupa de millones». 

"No descarten un adelanto electoral y mucho menos desde el anuncio del bono cultural"

Repito, no descarten un adelanto electoral y, mucho menos desde el anuncio del «bono cultural» para los próximos PGE, ni más ni menos que 400 euros por joven que estrene su derecho al voto, si sólo los nacidos que cumplen años llegan casi a medio millón, pues multipliquen, 200 millones de euros. Por supuesto serán sin la intención de incidir en el sentido del mismo, sólo el de hacerlo más comprometido, acercándolo a la cultura de las óperas de Verdi, las obras de Sóflocles, los versos de Bécquer o los Nenúfares de Monet. O más de su tiempo, llorar con Despojos de Rachel Cusk, estremecerse con Días de hambre y miseria, de NeelDorf, hacerse un selfie junto a un sudoku de Iberdrola a lo Andy Wharhol, en su Peluca del susto, visionar a Bardem en Los lunes al sol, o simular ser Jeff Koons, a pequeña escala y con globos del todo a cien, en la Puerta del Sol, de su BalloonDog. 

Sí, ellos podrán disfrutar de toda esa cultura a las que su padres y/o madres no tienen acceso, al menos en el mundillo de la cultura, y todo por haber cumplido ya los dieciocho. 

Me pregunto si no hubiera sido más interesante invertir esa cantidad cultural en los centros escolares, tanto para Infantil, Primaria, Secundaria, Bachillerato, FP, Artes Escénicas, Conservatorios, etcétera, repercutiendo igualmente en el mundo de la cultura, pero controlado y supervisado. Invertir esos doscientos millones en las barriadas, en las ciudades, con conciertos populares, obras de acceso público, talleres, accesos a redes, etcétera. No sólo estaríamos acercando la cultura puntualmente a un colectivo muy concreto, estaríamos realmente promoviendo la cultura cuando se tiene que promover, durante toda una vida.

Imaginen que con tanta ayuda cultural sin control les diera ahora a nuestros jóvenes a jugar en los recreos al Juego del calamar que como comentaba justamente ayer un alumno a su maestra «es el pollito inglés, pero con sangre» o a nuestros jóvenes adaptarlas en sus quedadas y reuniones culturales y/o virtuales, sin contar socialmente la perniciosa estratificación fascista de sus líderes. 

Pues eso, no me sean calamar, que no es lo mismo bono al culto que culto al bono, ni el voto culto que el bono al voto.