Es curioso, de Flügge a Laffer. Así, con diéresis, como a degüello. Y con dos efes, como los fanfarrones. En el extranjero pasan cosas. Y algunas hasta vienen y pasan también aquí. Entre Flügge y Laffer. Cuando empezó la pandemia tenía yo para mí que Flügge iba a ser popular. Y no. Me equivoqué. Las gotitas de Flügge siguen en boca de todos, pero a Flügge no se le menciona. Nos hemos acostumbrado a llamar pandemia a lo que creíamos que debíamos llamar epidemia, pero de Flügge ni la diéresis. Esto es una lotería. La muerte es, en alguna medida, una lotería. Y a Flügge que le vayan dando.

Y de Laffer ¿qué me dicen? Otro que tal baila. Al menos, si usted es de izquierdas. Si usted es de izquierdas, para usted, Laffer no existe salvo en las pesadillas. Pero si es de derechas siempre está a tiempo de tirar de él. Laffer, con dos efes, como los fotógrafos. Y así se nos está yendo la vida en estos años raros, entre entierros y cierres, entre Flügge y Laffer.

Al menos eso pensé cuando ante la voracidad recaudatoria del gobierno oí mencionar la curva de Laffer. Ya saben, más allá de un determinado tipo impositivo los ingresos fiscales disminuyen. O, si lo prefieren, dicho en román paladino, se atrapan más moscas con miel que con vinagre. Barrunto que Laffer tiene razón, aunque no se la quieran dar. Los impuestos, como cualquier tortura, exigen cierta mesura. Eso es de primero del KGB… ¿o era EGB? Porque los ministros no son lo que eran, pero creo que la primaria la tienen (casi todos), ¿o no…?

Entre Laffer, con dos efes, como los falsificadores, y Flügge, con diéresis y barba. Los alemanes de finales del XIX lucían barbas solemnes. Flügge fue quien demostró que esas pequeñas gotas que expulsamos al espirar son habitáculos perfectos para los agentes patógenos. Al espirar, al hablar, al toser, al estornudar… Espirar para que otros expiren… Por cierto, hoy he recibido la triste noticia de que han muerto otros dos buenos amigos; ni los desayunos serán los mismos, ni el turno de preguntas tampoco. Y todo por las dichosas gotitas de Flügge.

"Dos profilácticos, el uno contra la enfermedad de la carne, el otro contra la enfermedad del espíritu"

Laffer ni era alemán, ni tenía barba, pero tampoco era tonto. El uno estudió en Yale, el otro en Gotinga. Y siguieron estudiando, y tanto estudiaron que dieron nombre a lo que estudiaron. Tiene que ser bonito que le pongan tu nombre a lo que has estudiado. Y pasar a la Historia. Saltar el muro de las universidades y que te nombren los que ni te estudian, ni te entienden. Aunque sea solo un poco… porque a Flügge se le ha nombrado poco para las gotas que nos están lloviendo.

Yo por lo demás bien. Con mascarilla y a la espera de elecciones. En la confianza de que no toda sabiduría ha de ser estéril. Laffer y Flügge. Dos profilácticos, el uno contra la enfermedad de la carne, el otro contra la enfermedad del espíritu. Flügge nos avisó de por dónde viene la ruina física y Laffer de por dónde la ruina económica. Las enseñanzas de Flügge nos protegen de los virus, las de Laffer de sus parientes los depredadores fiscales.

Los dos nos avisan de peligros ciertos. Los dos nos previenen frente a la ignorancia y frente al abuso. En definitiva, frente a toda carcoma. Deberíamos tenerlos en cuenta. Cuestión de salud. Pública, por supuesto. Flügge, con dos ges, como los geógrafos (o las gracias… si las das dos veces). A Flügge y a Laffer, por ejemplo.

*Abogado