La experiencia de periodista y analista político de tantos años le hacen a uno estar despierto ante cualquier maniobra de distracción o cortina de humo que se lance a la arena pública. Por eso les comento desde ahora mismo que el recurso presentado esta semana por Isabel Díaz Ayuso por el reparto de fondos europeos a las comunidades autónomas va a tener escaso recorrido, como tampoco las denuncias que vengan después del resto comunidades regentadas por el PP. La presidenta madrileña necesita estar en la pugna nacional contra Sánchez como sea para, de esta manera, medirse con Casado y a éste último no le queda más remedio que adherirse a sus críticas e incluso enfatizarlas no sea que le saquen del ring. Si todo ello lo metemos en la coctelera electoral actual, con unos comicios en Castilla y León a la vuelta de la esquina y otros en Andalucía en ciernes, ya tenemos montado el lío padre, porque en este país de cainitas nos encantan las guerras entre territorios cuando se trata de repartirnos las perras. Ya sabemos que España ha dejado de ser un país para convertirse en un conjunto de territorios y en ese contexto la filosofía de ‘dame lo mío y el vecino que se aguante con las sobras’ es lo que impera, sobre todo si uno es del PSOE y el vecino del PP o al contrario. Guerra de bandos en suma, que así nos va.

Lo curioso de este caso es que Extremadura sale «privilegiada» según la denuncia del gobierno de Díaz Ayuso, una conclusión que no deja de sonrojar a uno como cuando un rico se queja de por qué los pobres también tienen que tener coche pudiendo ir en bus. El recurso de la Comunidad de Madrid en este caso es por el reparto de 9 millones de euros del Servicio de Empleo Público Estatal (SEPE), una insignificancia si se tiene en cuenta que el año pasado se asignaron 11.247 millones de euros a las comunidades españolas y las seis primeras en la recepción de fondos fueron Andalucía, Cataluña, Madrid, Comunidad Valenciana, Castilla y León y Galicia. Cuatro de ellas gobernadas por el PP. 

¿Qué ha ocurrido ahora? Pues que esos 9 millones repartidos ahora son una subvención del Ministerio de Trabajo a cuatro autonomías por un proyecto piloto dirigido a los jóvenes desempleados. Son cuatro comunidades elegidas por SEPE porque se trataba de eso, de un proyecto piloto, aunque la experiencia se pretende extender si funciona hasta los 20 millones. Se optó por seleccionar mercados de trabajo muy diversos y así se eligió un contexto agrario (Extremadura), otro industrial (Euskadi), un tercero turístico (Valencia) y un cuarto con zonas despobladas (el Pirineo navarro). Sin embargo, este reparto nimio ha servido de espita para lanzar la bomba y señalar que la gestión del montante global de los fondos que van a venir este año y los siguientes no va a ser objetivo sino arbitrario y, por ello, hay que crear una agencia independiente que reparta el dinero global de forma «eficaz», «transparente» y, lo más importante, «sin clientelismos».

"Ayuso necesita estar en la pugna nacional contra Sánchez para, de esta manera, medirse con Casado"

Hay que tener en cuenta que el Gobierno se dispone a recibir y distribuir 140.000 millones de euros entre transferencias y préstamos en los próximos seis años. Para que se hagan una idea resulta un ‘maná’ similar al recibido por España desde Bruselas en tres décadas. Ello lleva aparejado una ímproba labor, sin duda, pero también un gran protagonismo social que, de salir bien, reforzaría a un debilitado Sánchez en la Moncloa. La estrategia electoral del PP pasa por desestabilizar el proceso, presentar recursos, hacer una guerra autonómica, meter ruido que llegue a Bruselas, de manera que los estamentos comunitarios no tengan más remedio que parar y pedir cuentas. Seguramente no pasará de ahí, pero mientras tanto la sombra de la sospecha sobrevolará la escena política aunque los españoles nos enfrentemos los unos contra los otros y Extremadura resulte ahora la gran beneficiada, que manda narices. 

Todo esto por la política y los estrategas de salón, esos que viven en la trastienda de los partidos y que muchas veces mueven los hilos de un país.