Estaba yo ayer pensando que tenía un artículo por escribir y que me daba mucha pereza la actualidad (las tetas, el tenis, el precio del gasoil…), así que me puse a hacer albóndigas. Con salsa de tomate, por supuesto, que es la manera de sentirse una auténtica mamma mediterránea sin vivir en Italia, y sobre todo porque en casa es como más gustan.

"Verán, les confesaré algo: tengo una curiosidad infinita por el ser humano"

En fin, que me puse a amasar y, como siempre, iban saliendo ahí, redondas, jugosas, más o menos homogéneas y, como cada vez ya que hago este plato, me acordé de mis amigas Lore y Rocío y lié dos desiguales, una más pequeña y otra más grande que la media, sólo por el placer de chinchar cuando les enseñe cómo han quedado. Porque ellas son muy de homogeneidades y les salen de ojo estas cosas y yo -anárquica en algunas cosas y puñetera en otras- les doy caña.

Ya saben ustedes que lo que no mostramos no existe, y como la risa es más sana cuanto más compartida, hice una foto para subirla a las redes mientras caía en la cuenta de la maravilla que es, a ciertas edades, encontrar a personas con las que puedas reírte, con las que puedes ser tú cuando creías que el cupo de amistades ya se había cerrado.

Verán, les confesaré algo: tengo una curiosidad infinita por el ser humano, por la cantidad de maneras distintas de vivir y pasar por el mundo, y aunque a veces me llevo decepciones tremendas, en general las personas son maravillosas y sorprendentes.

En mi casa me llamaban friki porque entablé relación con un grupo a través de Twitter sin habernos visto nunca en persona; hablábamos casi a diario de las cosas que al final importan: de familia, de comida, de consejos, de gustos… Y así, poco a poco, se fue tejiendo una complicidad que con el paso del tiempo se volvió amistad sincera en la vida real, en la de carne y hueso, en la de los abrazos apretados y las penas y alegrías compartidas a flor de piel, y aquí seguimos, años después, cada uno de su padre y de su madre, tan distintos en algunas cosas y tan parecidos en otras.

Total, que les cuento esto porque a diario veo quien opina que las albóndigas tienen que ser todas iguales y cocinarse de una manera determinada y que, igualmente, la amistad ha de ser tradicional, convencional y sujeta a parámetros de tiempo y cercanía física. Y qué quieren que les diga: lo mismo que me gusta variar la receta e introducir novedades en la cocina, me satisface también saber que no todos los amigos son iguales, ni están sujetos a más regla que la de ser auténticos y aguantarme a mí.

Feliz lunes.