El pasado día 20 el mundo rural habló en la calle. Gente de todas las ideas y condiciones clama por su sustento, por su modo de vida. Muchos de ellos porque se están arruinando y otros para defender su trabajo, sus costumbres y sus tradiciones. Así lo hicieron en una manifestación como no se ha conocido antes que fue todo un éxito de convocatoria, poniendo de manifiesto el fracaso de las políticas de este gobierno social-comunista. Cientos de miles de personas que forman parte de la sociedad rural: agricultores, ganaderos, cazadores, silvestristas, perreros, etc., dando muestras de ejemplaridad y civismo, exigieron en la calle a Sánchez que actúe ya. A Sánchez, SÍ, no a Putin; porque esta situación del campo no ha sobrevenido por la guerra, ya existía; lo que ha hecho la guerra es agravarla.

Es necesario recordar esto porque es costumbre sanchista echar la culpa a cualquiera, antes que reconocer que, aunque es el responsable de buscar las soluciones, no ha puesto ninguna encima de la mesa en todo este tiempo, más allá de cuatro medidas para la sequía totalmente insuficientes; como han puesto de manifiesto las organizaciones agrarias.

Algunos, que forman parte del gobierno, quisieron diluir la importancia de esta manifestación, tachando de reaccionarios y ultraderechistas a los asistentes; precisamente los que han pasado de la sudadera a la portada del Vanity Fair en un abrir y cerrar de ojos. Estos no pueden permitirse el lujo de tildar de nada a ninguno de los que estaban allí. Porque el mundo rural es variedad; fíjense si lo es que en una misma zona de Extremadura pueden convivir un ganadero, un cazador, un gran empresario forestal, una diputada de Extremadura, y hasta un expresidente del Gobierno de España.

"¡Y no pasa nada! El mundo rural es una amalgama de gente con diversidad de ideas"

¡Y no pasa nada! El mundo rural es una amalgama de gente con diversidad de ideas que quiere vivir de su trabajo sin tener que dejar sus pueblos, y vivir en paz. Pero no les dejan: primero, porque el campo se está arruinando y ni el Gobierno ni la Junta pone en marcha medidas para que las explotaciones agrarias sean rentables y sigan generando actividad económica en el territorio rural, y segundo, porque sus tradiciones no gustan a los que pretenden que su ideología lo impregne todo, eliminando lo que no responda a su pensamiento único.

Hoy la calle está ocupada por diferentes sectores que no han tenido más respuesta que el silencio o la negativa del Gobierno: la agricultura y la ganadería que producen alimentos, y los transportistas que los distribuyen para que lleguen a nosotros, los consumidores. Ni unos ni otros pueden aguantar más tiempo la situación actual, y los ciudadanos ya sufrimos las consecuencias; ellos se arruinan y a cambio el Gobierno promete palos y sanciones a quien ose cuestionar a Sánchez. Mientras tanto, Vara parece no preocuparse; le basta con decir que la realidad de Extremadura está cambiando y que estamos en posición de competir con cualquiera. ¡Eso sí, sin bajar los impuestos!

*Ingeniera técnico agrícola y diputada regional del PP