De Feijóo no sabemos si baja o si sube. Y probablemente el lunes, congreso de por medio, sigamos sin saberlo. Feijóo se me antoja escurridizo como trucha de río orensano. No sabemos si va o si viene. Ha pretendido dar al presente congreso del PP cierto aire de refundación, pero, sospecho, que, salvo en los brindis al sol, la intención es otra de menos vuelos. Chapa y pintura, me temo. Y, en ocasiones, ni eso.

Por ejemplo, Cuca. Lo de Cuca tiene su intríngulis. En algo se parece a quien la ha nombrado: tampoco sabemos si va o si viene. Hay surfistas de una sola ola y los hay capaces de saltar de ola en ola. Por ejemplo, Cuca. Alcaldesa venida a menos que supo ganarse, sin sonrojarse, el calor del pesebre entre la mula y el buey (pongamos, entre Soraya y Casado). Y ahora Feijóo. De ola en ola. Van y vienen las olas, y, sobre ellas, siempre Cuca. ¿Y de dónde saca para tanto como destaca la chica del diecisiete? De Logroño la largaron los militantes en las únicas primarias a las que se ha presentado (y esto que detrás estaba Soraya). Pero no, no se fue a su casa, insistió en pillar cacho. Cuca es, según sus partidarios, eso que se dice una mujer de partido (que no, por supuesto, del partido). Simplificando, diríase que viene a ser lo que en el colegio llamáríamos ‘la pelota’. Siempre a la sombra del mandamás. Ni una mala palabra, ni una buena obra. Porque como portavoz del partido en el Congreso no ha dejado memoria alguna. O sí: el recuerdo perenne de Cayetana. Cuca, de quien dicen que es una magnífica oradora, no ha pronunciado una palabra que merezca ser recordada. Cuca tendrá otras virtudes, pero como portavoz del partido casi pasa por muda. Es como es Casado: un magnífico yerno… y nada. Nada más. La nada. Y eso siendo benévolos, porque Casado se ha destapado al final como un mal perdedor. No ha sabido irse. Y, para inri, va seguir enredando este fin de semana en un congreso en el que no debería haber aparecido. Le ha faltado elegancia. El yerno nos salió rana. Limpio por fuera, por dentro… terminen ustedes la frase a su antojo. Y Feijóo lo ha consentido.

¿Refundación? Quizá algo menos. Mucho menos. Feijóo con dos oes, la una a la derecha de la otra y la otra a la izquierda de la una. Depende de con quién y cómo. Depende. Depende podría haber sido el lema del PP en tiempos de Rajoy y, muy especialmente, en los tiempos minúsculos y bobalicones de Casado. Depende. El ideario queda en el escobero (así como para un argumentario de urgencia). Los partidos tienden a la sonrisa del líder y lo demás ya se irá viendo. De Adolfo Suárez a Pablo Iglesias, pasando por Pedro Sánchez. Y, ahora, Feijóo. Un tipo un tanto anodino venido de una tierra un tanto brumosa. Se ha dejado querer hasta que han ido a traerle en silla gestatoria (algo así como Franco cuando daba largas a los conjurados del 36). Ahora el futuro del PP está en sus manos. ¿Será suficiente? De momento, guarda sus cartas. Feijóo, dos oes y no sabemos cuál de las dos llevará mañana el acento. Feijóo ha venido a gobernar con la derecha… o con la izquierda, eso es, para él, lo de menos. Y lo hará aunque para ello corra el riesgo de convertir al PP en un partido bisagra. Este fin de semana se reparten los principales papeles. Estén atentos. ¿He dicho que era gallego?

*Abogado