Pero, ¿qué derechos me ha quitado Vox?

Si llegas a un gobierno y eliminas concejalías de Igualdad o de Feminismo, pero pones una concejalía de Familias, dejas claro por qué derechos apuestas

Ana Bernal-Triviño

Ana Bernal-Triviño

Cuando se habla del riesgo del avance de la ultraderecha es común que me digan: «Pues en mi comunidad o ayuntamiento gobiernan y siguen los mismos derechos». O preguntan: «¿Qué derechos me han quitado?». El recorte puede hacerse de muchas maneras. Una, de forma radical. Vox afirma querer derogar leyes como la del aborto o la de eutanasia. Además de su constante obsesión contra la ley de violencia de género.

Por otro lado, no siempre la retirada de derechos se hace por vía legislativa ni se publica en el BOE. Se puede hacer desde la economía o la gestión. Recuerdo cómo, cuando la austeridad bajo el Gobierno de Rajoy llegó al máximo, en los presupuestos se destinaron cero euros a memoria histórica o se cercenó la inversión a las energías renovables. Es decir, leyes o iniciativas sin dinero pueden estar en un papel, pero ser inefectivas y caer en el olvido. 

Para que los derechos sean reales hace falta inversión, como vemos, pero también instituciones específicas al frente. Si llegas a un gobierno y eliminas concejalías de Igualdad o de Feminismo pero pones una concejalía de Familias dejas claro por qué derechos apuestas y cuáles marginas. Y si tu ayuntamiento argumenta que se quita la concejalía porque la violencia de género no existe, pero luego el mismo partido propone un ‘observatorio de violencia animal’ para los cazadores, no es un tema de gestión, es una cuestión ideológica. 

Dice la filósofa Adela Cortina que «a las personas hay que respetarlas siempre. Otra cosa son las opiniones. Y las ideas tienen que ganarse el respeto. No se puede tolerar las opiniones no respetables». En cambio, Vox ha crecido en nuestra democracia por el beneficio de vuestra Constitución: desde la libertad de partidos a la libertad de expresión. Traigo las palabras de Cortina porque además de cercenar derechos desde los boletines oficiales, desde la gestión ideológica o desde la economía, hay una forma mucho más hábil de quitar derechos: la simbólica. Porque con su negación o invisibilización arrebatas su consolidación para empezar a ser cuestionado.

Los derechos son los pilares de las democracias. Si el pilar de un edificio pierde solidez, resquebraja toda la estructura y acaba en ruinas. Y eso puede ser que no ocurra en el primer mes, ni siquiera en el primer año. Piensen hoy en el joven negacionista de la violencia de género, del cambio climático o que ve normal quitar una bandera LGTBi, ¿qué será de él cuando pasen cuatro u ocho años de gobierno de ultraderecha, reforzando en su mente ese pensamiento? ¿Qué será de su familia, de sus amistades, de su entorno? 

El problema ya no es solo lo que hoy digan. Es lo que terminan por destruir con el tiempo. Y quizás tú no los uses ahora, pero quizás sí más adelante. O, a lo mejor, los necesite tu hija o tu hijo en el futuro. La vida da muchas vueltas. «¿Por qué ese miedo a la ultraderecha y a quienes le dan la mano, si no me han quitado derechos?», me preguntaron. Y quizás ahí está el problema. Que ya empezaron a cambiar tu pensamiento y ni siquiera te has dado cuenta.  

*Profesora y periodista.

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