Opinión | Con permiso de mi padre

Por dejados y cobardes

La idea era acabar con el terrorismo, pero no a cambio de cesiones

Hay temas sobre los que es más o menos sencillo escribir: la amistad, el amor, viajes o gastronomía ... Temas que en un ratillo te solucionan la columna, no crean demasiada polémica y a veces incluso te producen la satisfacción de creerte más poeta que opinadora. Pero, miren por dónde, escribo esto el domingo de las elecciones vascas, sin conocer aún el resultado, y no puedo dejar pasar la ocasión. Porque no sé quién será el próximo lehendakari, ni qué pactos tendrán lugar entre diversas formaciones, pero puedo vaticinar, sí, con seguridad, que hemos fallado como sociedad y que han ganado los malos, por cobardía de unos y dejadez de otros, por buenismo mal entendido de ésos o por puro aburrimiento de todos.

Y no me vengan con que eso es una cosa de los vascos (y las vascas) y que a los demás qué más nos da, porque todavía sigue siendo España, así que lo que pasa en nuestro territorio nos afecta a todos. Y hemos fallado precisamente por eso, porque hemos permitido que validen el relato de que les es algo propio y ajeno al resto de españoles y que, si a ellos les parece bien, hay que respetarlo. Y porque hemos dejado que quienes están deseando desmontar nuestra democracia en beneficio propio usen las herramientas de esa democracia para demolerla desde dentro.

Hace tiempo opiné que era justo y necesario que se hablase abiertamente del terrorismo y sus acciones (extorsión, asesinatos, secuestros...), que incluso se incluya en los planes de estudio como materia de Historia reciente. Porque se lo debemos a la Verdad y a la Justicia, y por una cuestión práctica: si abandonamos, por dejadez, el tratamiento de un tema, siempre lo abordará, imponiendo su «relato», alguien interesado en colar su propia y sesgada visión de la realidad.

Cada negativa a condenar un asesinato, cada vez que se interrumpe un minuto de silencio, siempre que se recibe con aplausos y homenajes a los asesinos, o cuando se habla de «conflicto armado»... Cada vez que ocurre algo de eso y no pasa nada y se mira hacia otro lado, hay miles de personas que vuelven a sufrir el dolor, la humillación y la pena de sentirse traicionados por sus propios gobernantes, todos, de todos los colores. Y sí, la idea era acabar con el terrorismo, pero no a cambio de cesiones en todos los ámbitos (económicos, sociales y culturales) ni de la marcha de su tierra de origen de más de 100 mil personas que no podían soportarlo más.

Salga lo que salga, hemos perdido todos, sin duda, así que el único consuelo que me queda es que los recogenueces peneuvistas se den de frente contra la realidad, esa que lleva a votar, antes que a los xenófobos descafeinados, a los malos que no disimulan, que saben más de chantajes, muerte y de errehaches negativos, y ni se molestan ni se esfuerzan en no parecer tan despreciables como son.

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