En julio del 2009, la Policía Local de Plasencia dio su primer taller de seguridad vial a 35 condenados por delitos de tráfico y ese mismo año, el ayuntamiento recibió la Medalla al Mérito Social Penitenciario del Ministerio del Interior por esta colaboración que se mantiene hasta la actualidad. El Departamento de Formación y Educación Vial imparte estos talleres, una media de tres al año, en los que ya han participado más de 500 condenados.

«Somos la única Policía Local de la península que los imparte», destaca el jefe del departamento, el intendente, Enrique Cenalmor. De su coordinación se encarga el agente Serafín Díaz, con plaza en el parque infantil de tráfico, donde se realizan.

El fin es que a los condenados «no les volvamos a ver» porque eso significará que los nueve tipos de charlas que reciben y actividades prácticas que realizan han dado resultado. Según Cenalmor, así sucede porque «el 98% salen muy concienciados, contentos y no los volvemos a ver».

Porque les ponen frente a lo que han hecho, les exponen casos reales y les ofrecen también empatía, ya que, en algunos casos, su conducta viene motivada porque «tienen muchos problemas en casa», explica Díaz.

No obstante, según Cenalmor, el principal es la falta de madurez. El perfil del condenado que pasa por estos talleres, destinados a que cumplan las penas de trabajos en beneficio de la comunidad, es el de un hombre, joven o de mediana edad. Los primeros llegan habitualmente porque condujeron sin carné y los segundos, por haber consumido alcohol.

Entre los primeros casos, son jóvenes que «suelen conducir desde jóvenes, que le cogen el coche a su madre o su abuelo».

«Llevo desde los 16 con moto y tengo que estar un año y un día sin poder coger el coche», cuenta un alumno del curso que ahora está en marcha. Otro bebió en un cumpleaños y otro conducía con el carné ya retirado. Ninguno mató a nadie, pero ha pasado y todos tienen ya antecedentes. «No voy a volver a beber si tengo que coger el coche», zanja uno.