«Nos hacéis sentirnos orgullosos». Las palabras del alcalde de Plasencia, Fernando Pizarro, a los galardonados con el máximo premio local, los San Fulgencio, ponen de manifiesto el significado de estos reconocimientos a placentinos, ya sea de nacimiento o adopción, que han destacado sobre todo por «intentar hacer mejor el mundo» y que llevan el nombre de la ciudad fuera de sus fronteras.

Los premios San Fulgencio son los premios del orgullo del ayuntamiento por ciudadanos o entidades que, en su décimo aniversario, representan a mujeres que son un ejemplo, a entidades sociales, al mundo de las artes, a un sector tan placentino como la hostelería y a la Iglesia.

En un recinto como el de Las Claras, con aforo acotado y mascarillas debido al covid, la policía local se vistió de gala y los maceros del ayuntamiento dieron «valor», en palabras del alcalde, a un acto que comenzó con los presentes en pie para escuchar el himno de España y finalizó del mismo modo para oír el de Plasencia. Los intérpretes, Javier Fernández al violín y José María Villegas al piano.

De esta ciudad, del barrio de San Miguel, son las jugadoras del equipo de fútbol que lleva ya seis años en la categoría nacional. Su capitana, María Luisa Ayuso, se lo dedicó «a las niñas que están empezando, perseguir siempre vuestros sueños», les dijo.

Pizarro destacó que las mujeres son «las que más gloria dan al deporte placentino».

Otra mujer, la directora de la ONCE en la ciudad, Isabel Góngora, recogió el premio a la institución, de la que se mostró orgullosa, por su «lucha por la igualdad» y su solidaridad.

Y una tercera fémina, la exjueza decana, María Elena Sánchez, lo recibió como «un honor» y orgullosa de «enarbolar el valor de la Justicia» y del «rigor y máximo celo de sus profesionales». A ella la puso Pizarro de ejemplo «de las que rompen los techos de cristal».

De Santa Teresa a Almudena Grandes

En el terreno social, una asociación que «representa a esta ciudad», dijo el alcalde, Placeat. No en vano, Yolanda, una de los dos usuarios que recogieron el premio con su presidente, Paco Valverde, destacaron en el año de sus bodas de oro un lema: Placeat con Plasencia/Plasencia con Placeat.

También merecedores de estos premios han sido este año tres hombres, del mundo del cine, la pintura y la Iglesia.

Como máximo representante de la orden de los Carmelitas, el placentino Miguel Márquez, que recordó su infancia en las mismas Claras donde jugaba de pequeño y su deseo de dar a los demás sin recibir nada. Su familia y las Carmelitas Descalzas de Plasencia tuvieron un lugar destacado en su discurso.

Tan emotivo como el del director de cine nominado a un Goya Santiago Requejo, que no olvidó a nadie de los que le han ayudado en su oficio desde su ciudad natal. Pizarro destacó su cine «de valores, que nos procura intentar ser mejores».

Como Andrés Sánchez-Ocaña, Misterpiro, con su «propio estilo y lenguaje de vanguardia, internacional», al que llegó también gracias a su familia, a las escuelas de ocio y a la ciudad en la que pudo pintar libremente.

Y habiendo cumplido más de cien años, el bar Español, con un premio que recogió Álvaro Valencia, que será la tercera generación al frente del negocio.

Ocho premios en un acto de emociones, que presentó la periodista Sonia Cobo y donde no faltaron las referencias a Santa Teresa de Jesús, a Gabriel y Galán y a la fallecida Almudena Grandes.