Un ginecólogo afectado por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), que causa el sida, transmitió la infección a una mujer a la que asistió en un parto por cesárea realizado en una clínica privada de Barcelona. Se trata del primer contagio de sida de un médico a su paciente documentado en la literatura científica mundial. La infección se produjo en enero del 2002 y pudo ser identificada porque la mujer reingresó en la clínica pocos días después del nacimiento, afectada por unas fiebres altas e inexplicables que hicieron aconsejable realizar la prueba que detecta anticuerpos del VIH.

La Agencia de Salud Pública de Barcelona (ASPB), responsable del análisis epidemiológico de cada nuevo caso de sida, investigó el origen del contagio. Tras descartar que la mujer hubiera realizado ninguna práctica de riego, concluyó que el virus había partido del entorno sanitario en el que se produjo la cesárea. Todo el equipo médico que intervino en la intervención se hizo la prueba del sida, que sólo dio resultado positivo en el caso del cirujano.

175 MUJERES ANALIZADAS

El médico, que aseguró desconocer su infección, facilitó a la agencia la lista de las mujeres a las que había intervenido quirúrgicamente, o ayudado en un parto, desde 1998. Dado que el médico, un cirujano de amplia experiencia, operaba en varias clínicas, la localización ha sido laboriosa.

Cerca de 200 mujeres han sido citadas desde el pasado verano para que se hagan un análisis serológico. Falta por llamar a una decena. "Las 175 analizadas hasta ahora han dado resultado negativo --afirmó ayer el doctor Joan Guix, gerente de la ASPB--. Nos falta el resultado de 43".

El contagio se produjo porque el médico sufrió una lesión sangrante en el momento del parto. "El corte atravesó el guante y la piel, y la sangre del médico debió tocar la mucosa de la mujer --explicó el doctor Miquel Bruguera, presidente del Colegio de Médicos de Barcelona (CMB)--. Es la única vía posible de contagio. Se trata de un accidente excepcional, desgraciado e imprevisible".

El CMB ha "recomendado" al médico que deje de practicar la cirugía, aunque no existe ninguna ley que lo obligue a hacerlo, aseguró Bruguera. "Nuestro código deontológico dice que cuando un médico es consciente de que supone un riesgo para el enfermo debe restringir su actividad --añadió--. Este cirujano está obligado moralmente a no operar, y nos consta que no lo hace".

La afectada no ha presentado denuncia ante el juzgado. Su hijo está sano. Se le ha ofrecido una indemnización que ha aceptado.