Faltan médicos y, además, su formación con 47 especialidades se está quedando obsoleta y es poco flexible. Para aliviar el problema, el Ministerio de Sanidad lleva más de un año trabajando en un nuevo sistema que exige cambios en el tradicional examen MIR. Actualmente los médicos se preparan durante cuatro años para formarse en su especialidad, ya sea cardiología o pediatría. La iniciativa pretende cambiar esos cuatro años por dos años de formación más general en el ámbito de la medicina y dejar solo los dos últimos para su especialidad. En la práctica, eso permitirá que un urólogo arrepentido pueda cambiar de especialidad sin empezar de cero, ni pasar otra vez por el MIR. También dará más agilidad a Sanidad a la hora de reciclar profesionales cuando haya escasez en algunas especialidades.

El cambio, que cuenta con el apoyo de la Comisión Nacional de Especialidades, en la que están representadas todas las comunidades autónomas, ha establecido cuatro grupos o troncos en los que se formarán todos los titulados en Medicina durante los dos primeros años (médico, quirúrgico, de laboratorio y diagnóstico clínico y de imagen). Posteriormente, accederían a dos años de especialización.

DISCIPLINAS EN CONTRA Pero la propuesta no tiene el acuerdo de gran parte de los profesionales sanitarios. Con el argumento general de que la formación MIR, considerada una de las joyas del sistema sanitario, perderá calidad, catorce sociedades médicas han reclamado a Sanidad sortear los cambios. Solo cuatro lo han conseguido de momento: oftalmología, anatomía patológica, pediatría y psiquiatría.

"Se cometerá una tropelía. Si el sistema sale adelante supondrá una vuelta a las cavernas", aseguró indignado José Manuel Bajo Arenas, presidente de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetrica (SEGO) y líder de una rebelión en la que participan activamente los de neurología, otorrinolaringología, radiología, neurofisiología, dermatología, rehabilitación y medicina preventiva.

Se niegan a compartir parte de su periodo de formación con otras que son más o menos afines. Además se sienten "ignorados" por la Administración. "Es un disparate para nuestra especialidad. Si el texto prospera como está, no tendremos otra solución que movilizarnos y suspender la formación de los residentes", anunció Primitivo Ortega, presidente de la sociedad científica que agrupa a los otorrinos (Seorl).

Los estudiantes, agrupados en el Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina (CEEM), también están en contra. Piden "mayor especificidad en los troncos, pues los cuatro propuestos son demasiado generales". Su crítica más fuerte se centra en el segundo examen que deberán realizar los candidatos tras el tronco común. "¿Cuántas veces debemos revalidar nuestra preparación?", clama su presidente, Lucas de Toca. Como era de esperar, el PP apoya a los discrepantes y su coordinadora general, Ana Pastor, ha pedido la retirada del texto. A pesar de que la propuesta estaba contenida en la ley de ordenación de las profesiones sanitarias, aprobada en el 2003, bajo el mandato de Pastor como ministra de Sanidad.

SIN REDUCIR LA CALIDAD La visión del problema es muy diferente en el Consejo Nacional de Especialidades, el máximo órgano asesor de Sanidad y Educación. "Sería inadmisible una reducción de la calidad. Los nuevos especialistas no tendrán en ningún caso una formación peor", apuntó Alfonso Moreno, presidente del órgano asesor. El Consejo Nacional de Especialidades pide paciencia hasta ver cómo queda el texto final.