El perdón no sustituye a la justicia", respondió ayer Benedicto XVI a los informadores que le preguntaron por el escándalo de los abusos sexuales que azota a la Iglesia católica durante el vuelo que le llevaba de Roma a Portugal. El viaje, de cuatro días, coincidirá con el 13 de mayo, aniversario de las apariciones de la Virgen en Fátima. Durante la tradicional conversación que el Papa suele mantener con los periodistas que le acompañan, el Pontífice interpretó de una manera nueva los ataques que en todo el mundo está recibiendo la Iglesia. "La persecuciones mayores no proceden de fuera, sino de los pecados que hay dentro de la misma Iglesia", dijo, aludiendo a la conocida como tercera o cuarta parte del "secreto de Fátima".

Se trata de unos controvertidos mensajes o profecías que la Virgen María habría confiado a tres pastorcillos portugueses hace 93 años. En ellos se habla de las muchas y duras persecuciones de sufrirá la Iglesia, incluida una alusión a una "sotana blanca ensangrentada", que fue interpretada como un anuncio del atentado que Juan Pablo II sufrió en 1981 en la plaza de san Pedro.

SUFRIMIENTOS "Junto al sufrimiento del Papa, que en primera instancia podemos relacionar con el atentado a Juan Pablo II, en el mensaje de Fátima hay indicaciones sobre el futuro de la Iglesia", dijo Joseph Ratzinger, que subrayó: "Además de los momentos indicados en las visiones, se habla de la pasión de la Iglesia, se anuncian sufrimientos de la Iglesia". El Papa añadió que "el Señor ha dicho que la Iglesia sufrirá hasta el final del mundo y hoy esto lo vemos de una manera terrible". E indicó que, aunque "lo sabíamos desde siempre", la Iglesia tiene "una profunda necesidad de volver a aprender la penitencia, aceptar la purificación, aprender el perdón, pero también la necesidad de justicia. El perdón no sustituye a la justicia".

Benedicto XVI tiene previsto permanecer cuatro días en Portugal, visitando además de Lisboa y Fátima, Oporto. Pese a la crisis económica que impone al país unas drásticas medidas de ajuste, el Gobierno dio ayer fiesta en Lisboa a los funcionarios para acudir a recibir al Pontífice. Mañana sucederá lo mismo en todo el país.