Todo buen manual de español para extranjeros debería comenzar con las dos frases que mueven nuestro mundo, o sea, los bares. La primera es fundamental para conseguir el sustento en un medio hostil, rodeado de clientes que hablan siempre a voces (quizá para ser oídos por encima del volumen del televisor) y atrapado por un mar de servilletas de papel, restos orgánicos varios y palillos en el suelo. En estos lugares no vale por favor, camarero, sería tan amable o desearía, esas fórmulas de cortesía que nos enseñan los métodos de aprendizaje de cualquier idioma. Aquí triunfa cuando pueda , o mejor dicho, el tono con que se pronuncian esas dos palabras. En España cuando pueda equivale a ya mismo, es decir, ahora, no cuando sea posible, sino para mucho antes de eso. Una vez dominado el tema subsistencia, como se dice ahora, un extranjero debe aprender a relacionarse con los lugareños. Para salir airoso de cualquier situación y caer bien siempre, la frase mágica es diga usted que sí. En el médico, en Hacienda, ante una crítica al Gobierno, sea del signo que sea, diga usted que sí garantiza un amigo incondicional y da pie para que el otro, agradecido, siga explayándose, ante la aquiescencia del auditorio. Como existen lugares comunes a espuertas, no habrá inconveniente en utilizar este recurso las veces que haga falta. Los españoles no nos ponemos de acuerdo en muchas cosas, pero para criticar a los demás formamos siempre un equipo unido. Si encima se pronuncia esa frase acodado en la barra de un bar, viendo un partido de fútbol y pidiendo la cuenta, cuando pueda, el proceso de integración está ampliamente superado.