Desde que empezó el 2013, 26 mujeres han muerto en España por violencia machista. Es una cifra superior a la del 2012 a estas alturas de año (22 fallecidas) e inferior a las cifras del 2011 (29) y el 2010 (31). Los números no marcan otra tendencia que la de constatar que caso arriba, caso abajo, esta lacra social no solo no afloja, sino que presenta problemas añadidos por la situación actual de crisis económica.

Vincular la dificultad económica con las muertes de mujeres a manos de sus parejas no es algo no se pueda defender, mantienen los especialistas en la materia. Pero sí hay unanimidad sobre el hecho de que la crisis y los recortes están bloqueando las salidas con las que hasta ahora contaban las mujeres maltratadas para dejar atrás su situación y empezar un nuevo capítulo de su vida, marcado por una autonomía que suele tener sus ejes en la vivienda y el empleo. "En el 2006, una mujer con cuatro hijos podía separarse. Podía vender el piso y lograr algún dinero, podía encontrar un trabajo, una escalera que limpiar, unos niños que cuidar. Ahora todo eso no existe", afirma Laia Rosich, codirectora de El Safareig, una entidad dedicada a la mujer desde 1976. Una situación que también pone sobre la mesa Pilar Núñez, directora del Area de Infancia, Familia y Mujer de Intress, que considera que pese a todo el sistema de protección no se ha dañado, pero sí las salidas que existen para una mujer que empieza una nueva vida.

LAS CONSECUENCIAS Laila Rosich, que también es presidenta de la sección de mujeres del Colegio de Oficial de Psicólogos de Cataluña, sostiene que los recortes tienen su efecto: en muchos servicios en los que antes había tres personas hoy hay una. Y eso, dice, debilita aspectos que los expertos consideran esenciales: la atención a los hijos de los afectados, por ejemplo: "La crisis hace la intervención mucho más complicada". Núñez recalca que la crisis no solo impone trabas económicas. Por lógica, causa una mayor tensión en los hogares.

Belén Albizu, terapeuta familiar de Intress, que atiende a mujeres y hombres, describe así uno de los problemas añadidos por la recesión: dice que el "macho cazador", el que está convencido de serlo, choca con la realidad de que ya no puede mantener el hogar, y por lo tanto seguir siendo el gran dominador, porque ya no tiene trabajo. Y eso le hiere profundamente. Al igual que la crisis ha llevado a que mucha gente no se separe o no se divorcie porque no se lo puede permitir, es probable, dicen los consultados, que en muchas casas se tenga más miedo a romper con una situación de maltrato: "La gente aguanta más", dice.

Porque otra de las cosas en que coinciden las expertas consultadas es en que la sociedad y los medios de comunicación tienen que dejar de limitarse a comprobar si una mujer asesinada por su marido le había denunciado. Es una presión que juzgan excesiva.

EL DISCURSO DEL PP Núñez insiste en tener en cuenta la situación de la víctima antes de correr a investigar si denunció, y recuerda que quien se encuentra en este situación pasa muchísima vergüenza y sabe que en cuanto denuncie entra en una situación muy complicada.

En este contexto de dificultad, explica Núñez, fue chocante asistir al discurso del PP cuando llegó al Gobierno Mariano Rajoy. Entonces, el nuevo Ejecutivo dio a entender que la lucha contra el maltrato a la mujer dejaba de ser una prioridad. Sin embargo, está convencida de que es tan solo un discurso formal y de que no cristalizará. "Hay que hablar con los hombres", advierte varias veces pidiendo que se amplíe la perspectiva. Por ejemplo, propone centros para hombres, de asistencia voluntaria. Y pone el acento en los jóvenes. Uno de los datos preocupantes, explica, es la dependencia que está marcando algunas de las relaciones de los adolescentes. Ese chico que al encontrarse con su novia le da un beso, le coge el móvil y empieza a escudriñarlo en busca de su intimidad. Algo que ella, como Albizu y la trabajadora social de Intress Eva Mosquera juzgan inquietante. "Hay que acabar con la dinámica de la violencia", dice Mosquera.

Rosich destaca algo positivo en este problema: que ha sido identificado. Las redes sociales, añade Núñez, también son un campo a tener en cuenta. Porque pueden servir para que alguien controle a otro. Las expertas coinciden en que combatir los malos tratos será complejo, que requiere prevención, hablar con los menores, enseñar en los colegios. Objetivos que la crisis obstaculiza, como casi todo.