Los colectivos gais han vuelto a reclamar el despliegue de la ley contra la homofobia después de que las dos nuevas agresiones homófobas en este último fin de semana en Cataluña han vuelto a poner de relieve el odio contra los homosexuales y la expresión libre de la sexualidad en el espacio público.

Dos jóvenes denunciaron el domingo haber sido agredidos en Berga (Berguedà) tras besarse en una discoteca y otro joven denunció haber sido golpeado el viernes cerca de la fuente de Montjuïc, en Barcelona. A ellos se les une la ampliación de la denuncia, el sábado, sobre la agresión a un joven disfrazado de bailarina en el Carnaval, el 25 de febrero, en la calle el Pecat, en Sitges.

Las cifras corroboran la escalada, que los colectivos homosexuales atribuyen a la permisividad social y a la falta de castigo de estas conductas. En dos años, los delitos por odio y discriminación sobre personas homosexuales casi se han doblado en Cataluña. Según los Mossos d’Esquadra, en el 2014 se denunciaron 55 agresiones, en el 2015 fueron 69 y en el 2016 se registraron 89. Pero otras tantas no se denunciaron por vía policial o penal. Fueron 39 en el 2016 y 41 en el 2015 las agresiones de las que tiene constancia el departamento de Igualtat de la Generalitat y que se han de sumar a las que se tramitan por vía judicial. En cualquier caso, se considera que unas y otras son solo la punta del iceberg ya que estos hechos todavía se denuncian poco.

GOLPES E INSULTOS / Para el Observatorio contra la Homofobia (OCH), un tercio de las agresiones homófobas que se producen en Cataluña son físicas o insultos, que reciben mayoritariamente varones homosexuales, seguidos de transexuales y lesbianas, y aumentan espectacularmente los casos de bullying en las escuelas. «Las mujeres sufrimos más agresiones verbales, sobre todo acoso sexual cuando vamos con nuestras parejas, y muchas no denuncian porque no saben que pueden denunciarlas. Y el bullying se produce con menores que ni siquiera se han definido», señala Elena Longares, coordinadora de Lesbianas, Bisexuales y Pansexuales de Cataluña (Lesbicat).

El número de agresiones no solo crece sino que se reparte por todo el territorio. «En el caso de Berga, los chicos se dieron un beso en la discoteca del pueblo donde va todo el mundo. Quisieron vivir su sexualidad de un modo normal en el mismo sitio que lo hacen otros jóvenes. Por eso es tan bonito que haya habido reacciones de solidaridad como la manifestación», explicó Eugeni Rodríguez, portavoz del OCH.

Y es que vivir la homosexualidad en una comunidad pequeña siempre es complicado. «Hay más recursos y menos miedo para denunciar en una gran ciudad, aunque la intolerancia puede ser la misma. Hace tiempo que existe el sexilio, la emigración a municipios más grandes para poder vivir con libertad la propia sexualidad», afirma Longares.

Los colectivos homosexuales reclaman a las administraciones respuestas más contundentes. También en Madrid llevan tiempo alertando del aumento de las agresiones. La organización Arcópolis creó el año pasado el Observatorio Madrileño de la Homofobia, Transbofia y Bifovia, informa Manuel Vilaseró. En su primer informe registraron 240 ataques con 316 víctimas en la Comunidad de Madrid.