La mayoría de la población relaciona la obesidad con los malos hábitos de alimentación, pero esta epidemia que afecta ya a tres de cada 10 niños (el 14% de ellos son obesos y el 20% tienen sobrepeso) también está muy relacionada con los hábitos de vida, la falta de ejercicio y la de horas de sueño. De hecho, el exhaustivo estudio Pasos 2019, realizado por la Fundación Gasol y en el que han participado 3.887 niños de 247 centros educativos españoles, pone el acento en las malas costumbres a la hora de dormir como uno de los factores que influyen en la pandemia.

Y es que casi el 41% de los niños de entre 8 y 16 años (el sector estudiado) no cumplen con los hábitos de sueño recomendados por la National Sleep Foundation, entidad referente en la materia, que indica que las personas entre 6 y 13 años deben dormir entre nueve y 11 horas, y los adolescentes (entre 14 y 17 años), de ocho a 10 horas. El incumplimiento sube al 48% en el caso de los fines de semana. Y la situación empeora a medida que los menores crecen, ya que el tiempo medio de descanso de los adolescentes es de 7,9 horas al día, por debajo de los niveles recomendados, sobre todo en la población femenina.

Los resultados preliminares del estudio -en el que han participado 68 investigadores- se presentaron en septiembre y ya alertaron de que la obesidad infantil, que ha crecido en las últimas décadas, está muy relacionada con la falta de ejercicio y el aumento del uso de pantallas. Los resultados son aún más preocupantes que en el caso del sueño. Solo el 36% de la población infantil cumple con la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de hacer 60 minutos de actividad física al día. Junto a ello, los menores superan en prácticamente una hora al día la indicación internacional de dedicar menos de 120 minutos al ordenador, el móvil, la televisión o la tableta, y en más dos horas y 40 minutos durante el fin de semana. Es decir, poco ejercicio y mucho sedentarismo frente a las pantallas.

NI FRUTAS NI VERDURAS / Junto a ello, otro factor desencadenante es la alimentación. Según la investigación, «demasiados» niños siguen hábitos insanos, como desayunar bollería industrial, comer en un restaurante de comida rápida al menos una vez por semana y consumir dulces. Por el contrario, solo el 15,9% declara ingerir al menos cuatro raciones de fruta y verdura.

El estudio también evalúa la calidad de vida. En este sentido, arroja que un preocupante 21% de los niños dicen sentirse preocupados, tristes o infelices, un porcentaje que aumenta con la edad y sobre todo en el caso de las chicas. Junto a ello, el estado de salud percibido presenta un mayor deterioro a mayor edad y entre el género femenino.

Por último, la prevalencia de la obesidad es mayor en las familias pobres, hasta alcanzar un rango muy elevado de carencias, en el que el sobrepeso disminuye drásticamente. Hacen falta más estudios para saber el motivo, pero algunas hipótesis apuntan que estos niños tienen becas de comedor y no comen comida basura por su precio.