Extremadura, región olvidada para muchos, fue para el relator de la ONU Philip Alston una muestra muy real de que hay españoles que no reconocerían parte de su territorio en algunas fotos. En su visita exprés, al relator de la ONU le dio tiempo de charlar con voluntarios de distintas Cáritas parroquiales de la diócesis de Mérida-Badajoz en Villafranca de los Barros, a conocer la vulnerabilidad de personas desfavorecidas en Mérida y a pasear fugazmente por barrios deprimidos de Badajoz, entre ellos el famoso los Colorines.

Sentados en torno a una mesa de madera, Alston escuchó atentamente a los voluntarios de Cáritas en Villafranca de los Barros y sus vivencias particulares en cada uno de los municipios. «Las circunstancias que hay en Extremadura nos obligan, en muchas ocasiones, a tener que irnos fuera para poder trabajar», decían algunos de los participantes en el encuentro. Especialmente crítica es la situación de los agricultores, cada vez con menos margen para poder dedicarse a esta milenaria tradición en la zona. El relator de la ONU conoció de primera mano el problema tan candente que sufre el campo extremeño con la guerra de precios y vio la desesperación de muchos agricultores cuyos beneficios apenas les sirven para vivir al día.

La particularidad del mundo rural que tanto marca a la región extremeña también fue objeto de debate. Las personas mayores se topan con muchos problemas de soledad y aislamiento de los grandes recursos que se focalizan en grandes núcleos urbanos. Hay falta de atención médica, escasez de ambulancias y una red de transportes muy maltratada y sin alta velocidad.

David Tobaja, técnico del Área de Inclusión Social en el Centro de Acogida Padre Cristóbal de Mérida, fue gráfico al describir que «Alston, más que hablar, estuvo muy pendiente de cada una de las intervenciones». «Escuchó cada una de las inquietudes y problemas diarios y nos agradeció paulatinamente todas las aportaciones. Dijo también que el fin de la pobreza es una decisión política, que recursos hay, pero que no se utilizan bien», añadió este experto.

A su paso por Mérida, Alston se encontró con la red de entidades extremeñas del tercer sector que trabajan por la inclusión social de personas vulnerables. «Se preocupó mucho por el tema de la pobreza infantil y, muy especialmente, por el tema de la vivienda. Dijo no entender cómo habiendo un parque de viviendas públicas tan amplio, había tantos problemas de personas en riesgo de exclusión social para acceder a una de estas viviendas», dice Tobaja.

Ese tema impactó a Alston, que ya sobre el terreno consideró que esto es algo que debe empezar a gestionarse de otra manera.

En sus pocas intervenciones, Philip Alston quiso dejar muy claro que su informe es uno de entre medio millón que llegará a las manos de las administraciones, «aunque este, como es de la ONU, igual se lo leen», explicó uno de los participantes en el encuentro de Mérida.

Prestaciones

PrestacionesEl tema de las prestaciones sociales también le interesó mucho. Durante su paso por Extremadura, había conversado con un joven que le había comentado que no le interesaban mucho las prestaciones sociales, sino querer trabajar, una reflexión que llevó a Alston al inicio de sus conclusiones en Extremadura y el hecho de ser una tierra olvidada carente de las oportunidades que tanto reclama su población. Fue en ese momento cuando también emanó esa idea de haber dos Españas, una que se vende al exterior y otra mucho más desconocida que podría resultar casi irreconocible para los propios españoles.

Además, la inmigración y la regularización de documentos de las personas extranjeras también fue un tema importante a debatir, ya que Extremadura es una tierra que recibe a mucha gente de fuera para trabajar en las campañas frutícolas. También se habló de los problemas de convivencia con personas de otros países o etnias.