El diestro extremeño Ginés Marín, que cortó un total de tres orejas, fue el único diestro de la terna que logró sacar suficiente partido de la notable corrida de la ganadería de El Parralejo lidiada este sábado en Leganés, en la que reapareció Javier Cortés frente al lote de menos opciones.

El asiento, el temple y el buen gusto que aplicó Marín toda la tarde fueron las actitudes que necesitaba y pedía un encierro que, cada ejemplar con sus matices y a excepción del primero, ofreció a los toreros un triunfo notable, a poco que se aplicaran en esa imprescindible actitud.

Así fue como el joven diestro extremeño cuajó al tercero de la tarde, un toro de suaves y claras embestidas, cuyo único defecto fue el de repetirlas siempre en el límite de la raza, sin gran celo y buscando la salida. Y ese fue precisamente el acierto de Marín: no exigirle demasiado para desengañarle de sus intenciones.

Sobre esa estrategia, logró que el animal siguiera con dulzura varias series de muletazos despaciosos por ambas manos, gustándose el torero en los embroques con mucha suficiencia, hasta que remató su obra con una estocada de perfecta ejecución que precedió al corte de las dos orejas.

El que cerró plaza le permitió redondear el triunfo con su noble y más entregado comportamiento por el pitón derecho, lo que Marín aprovechó sobre todo en un deslumbrante inicio de faena rodilla en tierra, aunque al resto de su trasteo, siendo compuesto y suficiente, le faltara un punto mayor de compromiso.

El toro más bravo y completo fue el quinto, "Barrenero" de nombre, pues a sus repetidas arrancadas tras los engaños añadió una profunda clase, con un ritmo pausado y un largo recorrido... que Román no acertó ni a lucir ni a aprovechar.

Con un toreo lineal y ligero, el valenciano le pegó muchos pases intrascendentes, especulando sin una verdadera apuesta y expulsando más que ciñéndose a tan enclasadas embestidas.

Ya con el segundo de la tarde se había mostrado Román en un tono similar, esta vez ante un ejemplar menos completo pero absolutamente dócil y suave en su comportamiento, con el que no se aplicó ni con criterio ni con coherencia en la técnica y en la estética.

Dentro de las muchas opciones de triunfo que ofreció la corrida de El Parralejo, el lote menos agradecido fue el de Javier Cortés, que reaparecía en los ruedos casi dos años después del grave percance que sufrió en su ojo derecho cuando toreaba en Las Ventas.

El primero de la tarde, el más alto y de peores hechuras de la corrida, se defendió sin fuerza ni raza ante la solvente muleta del madrileño, mientras que con el cuarto, que embestía con entrega pero sin ritmo ni prontitud, Cortés logró acoplarse intermitentemente para lograr fases de un sabroso regusto clásico.

FICHA DEL FESTEJO:

Seis toros de El Parralejo, bien presentados, dentro de cierta desigualdad de hechuras, cuajo y alturas, y, salvo el rajado y flojo primer, de buen juego en general, en distintos grados de bravura y fondo. El más destacado fue el quinto, "Barrenero" de nombre, enrazado y con clase en sus excelentes y profundas embestidas.

Javier Cortés, de grana y oro: estocada delantera desprendida (ovación); estocada delantera (ovación).

Román, de plomo y oro: estocada atravesada que asoma y estocada (ovación); bajonazo trasero (silencio tras aviso).

Ginés Marín, de verde hoja y oro: buena estocada (dos orejas); estocada que asoma y descabello (oreja).

Saludaron en banderillas Rafael Viotti, Lipi y Antonio Manuel Punta, en los toros tercero, quinto y sexto, respectivamente.

Segundo festejo de la Feria de Primavera. Algo menos de media entrada, dentro del aforo limitado al 40 por ciento.