La crisis climática amenaza con elevar la temperatura de las ciudades casi 4,5 grados de media antes de finales de siglo y convertir estos lugares en epicentros de los extremos climáticos. Este es el sombrío futuro que dibuja un nuevo informe del Programa para el Medio Ambiente de Naciones Unidas sobre cómo serán las metrópolis del 2100 si el calentamiento global avanza y, en definitiva, si la Cumbre del Clima de Glasgow fracasa. Más allá de estas catastróficas proyecciones, el análisis de ONU señala un puñado de iniciativas de todo el mundo que están consiguiendo, contra todo pronóstico, reducir el impacto de la crisis climática en las ciudades; entre estas destaca el ejemplo de las supermanzanas y los ejes verdes de Barcelona.

La panorámica global de ciudades que son "ejemplos a seguir" en temas de sostenibilidad diseñada por Naciones Unidas describe el proyecto de Barcelona con especial optimismo. Las 'superilles', apunta el informe, son el primer paso de un proyecto de transformación urbanística que pretende "recuperar para los ciudadanos parte del espacio que hasta ahora ocupaban los coches" y crear un "espacio público más verde, más justo y más seguro". El estudio también celebra la iniciativa de los ejes verdes, que entre 2022 y 2032 prevé convertir decenas de avenidas en zonas verdes. En el barrio del Eixample, por ejemplo, se estima que una de cada tres calles dejará atrás el asfalto y se convertirá en un espacio peatonal y lleno de vegetación.

superediles

El análisis de ONU sobre los proyectos verdes de Barcelona destaca dos puntos clave sobre el impacto de estos proyectos en un mundo inmerso en una crisis climática sin precedentes. En primer lugar, el hecho de que estas iniciativas resten espacio a los vehículos contaminantes ya supone, de por sí, un punto de inflexión para reducir la contaminación del aire en la ciudad. En segundo lugar, el informe ve con buenos ojos que el diseño de estos proyectos está pensado para "proporcionar una sombra estratégica". 

Según destaca el análisis, de hecho, el uso de pavimentos permeables y, sobre todo, la expansión del verde podría amortiguar el impacto del aumento global de las temperaturas (que en el mejor de los casos podría limitarse a 1,5 de media global o, si la Cumbre del Clima de Glasgow fracasa, podría sumar hasta 3 grados a los termómetros). Iniciativas similares llevadas a cabo en otras partes del mundo, señala el estudio, han logrado bajar los termómetros hasta cuatro grados en las áreas con corredores verdes urbanos. 

El ejemplo de Barcelona es uno de los cuatro proyectos europeos destacados por el informe de Naciones Unidas, que también aplaude las iniciativas comunitarias de Ljubljana (Eslovenia), París (Francia), Munich (Alemania). La radiografía global de proyectos urbanísticos ejemplares también destaca el caso de Seúl (Corea del Sur), Medellín (Colombia), Toronto (Canadá) y Guangzhou (China); ciudades que se han transformado para mitigar el impacto de la crisis climática.

Metrópolis de calor extremo

El avance del calentamiento global podría transformar radicalmente el mundo tal y como lo conocemos. Según destaca este último análisis global de Naciones Unidas, en 2050 la población urbana expuesta a temperaturas extremas se incrementará un 800% hasta alcanzar los 1.600 millones de ciudadanos en todo el mundo. En tan solo tres décadas, pues, el 20% de la población mundial podría vivir en ciudades donde los termómetros estén por encima de los 35 grados con cada vez más frecuencia (y durante cada vez más tiempo). 

Todavía estamos a tiempo de esquivar este catastrófico futuro. Tal y como señala el último informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC), publicado el pasado agosto, urge frenar la emisión de gases de efecto invernadero y aplicar políticas de mitigación y adaptación en todo el globo. Y es ahí donde, según señala el reciente análisis de Naciones Unidas, podemos y debemos tomar como referencia el caso de ciudades que han empezado a transformarse para hacer frente a la crisis ecológica.

Ejemplos a seguir

En Seúl, por ejemplo, la ciudad ha recuperado el arroyo de Cheonggyecheon eliminando casi seis kilómetros de autopista y, así haciendo, ha logrado bajar la temperatura más de cinco grados en esa zona. En la otra punta del globo, en Medellín, la expansión de los corredores verdes por las arterias de la metrópolis también ha conseguido bajar los termómetros unos cuatro grados. "Las soluciones basadas en la naturaleza son algunas de las herramientas más poderosas de las ciudades para reducir la demanda de refrigeración y mejorar el confort térmico al aire libre", resume el informe, que también destaca los "beneficios para la salud física y mental" de estos espacios. 

El informe de ONU también señala ejemplos centrados en soluciones técnicas. El caso de París, por ejemplo, destaca como "el primer y mayor sistema de refrigeración de Europa". Hace años que la ciudad ha desplegado un sistema de enfriamiento en el que incluso se usa el agua del propio río Sena para aclimatar todo tipo de edificios. En esta misma línea, la ciudad canadiense de Toronto presume del sistema de enfriamiento más grande del mundo gracias a las gélidas aguas del lago Ontario. En la metrópolis china de Guangzhou, el despliegue de un sistema de refrigeración centralizada ha logrado bajar los termómetros entre dos y tres grados. 

Brecha entre barrios

La radiografía global de las iniciativas urbanas ecológicas concluye con una advertencia: aplicar estos proyectos solo en las zonas nobles de la ciudad podría aumentar, todavía más, las desigualdades sociales. Según destaca el análisis de Naciones Unidas, los barrios pobres destacan como "puntos calientes" por la falta de espacios verdes, la ubicación de las actividades industriales y la falta de recursos que impide a sus habitantes costearse una refrigeración adecuada. "Estas comunidades suelen ser las más vulnerables al calor, soportando desproporcionadamente los impactos negativos del calentamiento excesivo de las ciudades", recalca el informe.