Este ingeniero mecánico cursó sus estudios en la Universidad Politécnica de Madrid y en la actualidad lidera su propia empresa, Vulkano Engineering. Su idea de diseñar un heliostato para que un asentamiento en la Luna sea viable a largo plazo, le sirvió para ganar un concurso a nivel internacional de la NASA. El Lunar Torch le ha dado al joven cacereño el pasaporte del éxito.

-¿Es fácil subir a la Luna?

-Subir a la Luna siempre es muy complicado. Diseñar aparatos para subir a ella quizá sea un poco más fácil.

-¿Cuándo fue la última vez que estuvo allí?                                                                       

-Cuando gané el concurso de la NASA estuve en la Luna.

-¿Qué papel juega la NASA en la evolución de la sociedad?                                                                                       

-Una labor fundamental. El ser humano, por naturaleza, es explorador. Creo que el futuro de la humanidad es salir de la Tierra, seguir investigando para conocer de dónde venimos y adónde vamos. Es una tarea vital que realiza la NASA y que no podría ejecutar de ninguna manera otro tipo de empresa.

-Es ingeniero mecánico, ¿qué fue lo primero que diseñó?                                                                                                                                 

-El primer día que llegué a la primera empresa en la que trabajé, me mandaron diseñar unas estructuras para soportar el ala horizontal trasera de un avión porque había sufrido un deterioro. Para entendernos, había que ponerle unos pilares en la parte de atrás. Me abrumé. Era mucho en aquel momento.

-¿Qué es lo que más le gusta de su trabajo?                                                                                                                 

-La creatividad que me permite desarrollar y producir. A pesar de que mi trabajo tiene un perfil muy técnico, me encanta tener una idea y ser capaz de llevarla a efecto y hacerla tangible: pensarla, pasarla a unos planos, calcular cómo se puede fabricar, que no se va a romper, tocarla con mis manos y ver que funciona. Hago de todo y lo que no sé hacer, lo aprendo.

-¿Siempre ha estado de acuerdo con sus jefes?                                                                                                                       

-En general, sí. He tenido la suerte de tener buenos jefes.

-¿Hasta qué punto la religión ha frenado el avance de la ciencia?                                                                                                            

-Creo que el hecho de establecerte en unas creencias inamovibles, en unas directrices, hace que el progreso sea imposible. Todos los visionarios e innovadores que ha habido a lo largo de la historia se han visto siempre mermados por las tradiciones y por gente que tenía miedo al avance y a las cosas nuevas.

-¿Falta tejido empresarial en Extremadura?                                                                                               

-En Cáceres conocí a Francisco Pizarro Escribano, me presentó a bastante gente del mundo emprendedor de Extremadura, me enseñó el Garaje 2.0 en Aldea Moret. Considero, eso sí, que falta muchísimo tejido empresarial para aplicar nuestro talento y capacidades. Al final son todo licencias técnicas, hay poco diseño e innovación, hay muy pocas empresas que se dedican a la innovación. En la región se está apostando bastante por las energías renovables, que no está mal, aunque no aportan ningún valor añadido, simplemente se pone el suelo, y ya está. No queda nada más allá del diseño de esa planta. Pienso que existe un grave error y me da lástima, porque si no se capta tejido industrial nunca habrá empresas técnicas.