La Audiencia Provincial de Cáceres condena al exdirector de la sucursal de Citibank de la avenida de España, Fernando H. L., a seis años de prisión por apropiarse de 1.584.477 euros de ocho de sus clientes. El que fuera comercial de la entidad deberá cumplir un año y seis meses de cárcel por quedarse con 23.435 euros de una persona. A ambos se les obliga a indemnizar al banco con la cantidad defraudada, ya que Citibank devolvió todo el dinero a los clientes afectados.

Los hechos ocurrieron entre 2005 y septiembre del 2014, momento en el que se hizo efectivo el cese por despido de los acusados tras descubrirse la trama. En el caso del que fuera director de la sucursal, para lograr hacerse con su dinero, se ganaba la confianza de los afectados, principalmente personas de avanzada edad y con escasos conocimientos sobre banca.

Fernando H. L. conseguía que dependieran de él para realizar todas las operaciones en la entidad, tanto era así que ninguno de ellos seguía un control de sus cuentas porque se lo confiaban todo al acusado. Éste les prestaba incluso servicios ajenos a sus funciones dentro de Citibank, desde asesoramiento en negocios hasta la realización de declaraciones de la renta, que llevaba a cabo a través de una empresa personal de asesoría. En ocasiones les atendía en los domicilios de los clientes, donde recogía las cantidades que querían ingresar, les llevaba el dinero de reintegros que habían encargado por teléfono o realizaba cualquier otra operación financiera.

Durante el juicio, que se celebró el pasado mes de febrero, los testimonios de algunas de las víctimas corroboraron esa relación de confianza que tenían hacia Fernando H. L.: «Era como un ángel para nosotros, nos resolvía cualquier problema que teníamos en casa, como somos tan mayores. Yo le estaba muy agradecida, nunca esperaba que nos hiciera esto», dijo una de las afectadas (a ella y a su marido, de 96 años, les quitó 94.200 euros).

Las sustracciones las llevaba a cabo mediante retiradas en efectivo de las cuentas corrientes o libretas de ahorro de los clientes o suplantando las firmas de los titulares (sustituía las hojas en las que habían firmado por otras elaboradas por él en las que estampaba otra firma, para que no se pudiera comprobar que las rúbricas eran diferentes, o recababa la firma del cliente en un documento donde el reintegro aparecía en blanco para luego poner en ese lugar la cantidad que él quería). Otras veces simplemente no ingresaba la totalidad del dinero que los clientes le daban en metálico para que lo metiera en sus cuentas, quedándose con la diferencia.

Para mantener el engaño, a los afectados les hacía creer que su dinero estaba en el banco, haciéndoles pensar que lo invertían en depósitos o en fondos que luego no se constituían (para ello confeccionaba contratos de productos financieros aparentemente genuinos de Citibank pero que no se correspondían con operaciones reales). También realizaba en sus libretas anotaciones a mano o les facilitaba extractos que reflejaban la cantidad que el cliente creía tener pero que no era la real.

La mayoría de las víctimas, recoge la sentencia de la Audiencia, no llegó a darse cuenta de que les faltaba dinero porque no comprobaban o no comprendían la información que periódicamente les enviaba la entidad para que cotejaran sus ingresos. Todo se descubrió a raíz de las sospechas de uno de los afectados. Cuando se percató de movimientos extraños en su cuenta (dos reintegros de 15.500 y 2.950 euros) acudió a Fernando H. L. para que le explicara qué había ocurrido. Este le comentó que había sido un error y que ese dinero se le había ingresado a otra clienta que curiosamente compartía sus apellidos. Acto seguido le reembolsó el dinero.

NO LE CONVENCIÓ / Sin embargo, una vez que tuvo en su poder los extractos, pudo comprobar que había otros reintegros que él no había realizado. Por esta razón decidió quejarse a otro de los empleados de Citibank, quien puso en conocimiento de lo sucedido al responsable comercial del banco en Extremadura. A partir de ahí la entidad abrió una investigación y envió una carta a todos los clientes para que confirmaran sus saldos. Gracias a esto se descubrió que a varios de ellos les había estado sustrayendo dinero durante más de una década.

Se ha acreditado que se quedó con 1,5 millones de ocho clientes (la fiscalía le acusaba de haber defraudado 1,8 millones a quince personas). A uno de ellos le quitó 865.533 euros, dejándole en su cuenta solo mil euros. Era un empresario de Valdefuentes, municipio al que acudía el acusado para recoger el dinero de la recaudación de la empresa. Nunca llegó a ingresarlo en su cuenta.

En el juicio negó todos los hechos y aseguró que las personas que le habían demandado nunca habían realizado ninguna operación con él. «No trataban directamente conmigo, cuando entraban a mi despacho pasaban a dar los buenos días, pero desde ahí no hice ninguna gestión», dijo. Debe pagar una multa de 3.600 euros.

Por su parte el otro condenado, Calixto R. F., sustrajo 23.435 euros de uno de los clientes con discapacidad psíquica, según ha probado la Audiencia. A esta persona le hizo creer que le abría un depósito a plazo fijo para tener allí sus ahorros, pero ese depósito no existía. A veces incluso el acusado se acercaba a casa de este cliente llevándole documentos de reintegro para que los firmara, para luego quedarse con ese dinero. Calixto R. F. se acogió en el jucio a su derecho a no declarar. La Fiscalía le acusaba de haber sustraído 36.000 euros a otro cliente pero la Audiencia le absuelve de este delito. Debe pagar una multa de 1.800 euros.