Su llanto alertó a los trabajadores de la estación de tren. Parecía un gemido múltiple pero no sabían de dónde procedía. Tras recorrer la estación de punta a punta, bajo una montaña de vías apiladas, se dejaban ver algunos de los causantes de aquellos gemidos. Eran nueve cachorros de color marrón y de raza braco, pero podrían estar cruzados con algún otro perro de caza. Para rescatarlos fue necesaria la colaboración de trabajadores de mantenimiento y de personal de la estación de tren. Fue complicado pero salieron sanos y salvos.

Ocurrió el lunes por la mañana. Ayer recordaba el suceso Laura Varaldi, una de las voluntarias del Refugio San Jorge --perrera municipal--, donde ahora se encuentran los nueve cachorros. "Estaban todos en un rinconcito, muy bien escondidos. Hemos tenido que utilizar un rastrillo y una pala para quitar la tierra que tenían encima y poder sacarlos a todos", explica. A ella la avisó la mujer del trabajador de Renfe que los localizó: "Su marido se lo contó cuando llegó a casa y ella se quedó preocupada porque les pudiera pasar algo a los perros. Nos llamó y nos pusimos manos a la obra para rescatarlos", indica Laura Varaldi.

Aún no se sabe si los cachorros fueron abandonados bajo las vías del tren o si su madre dio a luz allí a las crías, aunque todo apunta a que sucedió esto último, porque los perros se encuentran en perfecto estado y bien alimentados. "Lo más normal es que la perra haya parido allí. Hemos puesto una jaula trampa para ver si aparece su madre. Estamos deseando que vuelva a buscar a sus cachorros porque así la llevaríamos a la perrera junto a sus crías. Los perros necesitan ahora la leche de su madre", explica Laura Varaldi,

Machos y hembras

Son cinco hembras y cuatro machos y por ahora se encuentran recogidos en casa de Laura Varaldi y Ana Lisa --otra de las voluntarias de la perrera-- debido a que no tienen ni dos semanas de vida. Cuando crezcan un poco los llevarán a la perrera y vivirán en un chenil hasta que logren ser adoptados: "En un chenil estarían muchas horas solos. Son muy pequeños y necesitan comer cada poco tiempo", indica Varaldi, mientras da de comer a los nueve a la vez. Aquello fue un festín para ellos, gemían porque todos querían llegar al plato y más de uno metió todo su cuerpo dentro intentando coger algo de alimento. "Por ahora no tienen nombre, son muchos y se parecen mucho entre ellos. Poco a poco les iremos bautizando", decía Laura Varaldi.

Esta camada no es la única que se encuentra abandonada en las calles de Cáceres. De hecho las voluntarias del refugio dicen haber perdido la cuenta de la cantidad de crías que salvan de contenedores o cajas de cartón. De hecho, la semana pasada dejaron en la puerta de la perrera una caja con una madre y otras nueve crías. Actualmente, debido a la gran cantidad de animales abandonados, la perrera ha tenido que habilitar otro espacio para guardarlos. Ya suman 250 perros y gatos, pero la cifra suma y sigue cada día.